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El discurso de Lazo en Ginebra: entre el espejismo y el apagón

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Por Max Astudillo ()

La Habana.- Esteban Lazo, ese nombre que suena a personaje secundario de una telenovela burocrática, ha dado, según el canciller Bruno Rodríguez, el mejor discurso de su vida en Ginebra. Magistral, lo llaman.

Uno se imagina a Lazo deslumbrando a los parlamentarios del mundo con su oratoria, pero lo más probable es que lo hayan confundido con el recepcionista del hotel. El hombre que en Cuba es conocido más por su incoherencia que por su elocuencia, de pronto, se convierte en Cicerón ante una audiencia que, seguramente, ni sabía quién era.

Lo curioso no es que Lazo hable de “avances” y “victorias” —eso ya es parte del libreto—, sino que alguien, en algún lugar, pueda creérselo. El Parlamento cubano, ese organismo que funciona como una fotocopiadora de decisiones tomadas en otro lado, aparece ahora como un modelo de democracia.

¿Qué democracia es esa donde no hay elecciones libres, donde la disidencia es cárcel y donde el único programa que no tiene apagones es el del Partido Comunista?

Mientras en Ginebra se aplauden las palabras de Lazo, en Cuba se aplaude cuando vuelve la luz después de doce horas de corte. A veces más. Los “logros” que él enumera son los mismos que el régimen repite desde hace décadas, como un mantra que ya ni los más fieles escuchan.

¿De qué avances habla? ¿De los hospitales sin medicamentos? ¿Será de las escuelas sin libros? ¿O de la economía que depende de las remesas y el turismo porque el socialismo no produce ni para el desayuno?

Después de los aplausos, la vida sigue igual

Lo más tragicómico es que este discurso “magistral” ocurre en Suiza, el país de los relojes de lujo y las cuentas bancarias secretas. Mientras Lazo habla de igualdad, la élite castrista mueve sus fondos en paraísos fiscales. Mientras denuncia el bloqueo, su gobierno bloquea el acceso a Internet, a la comida, a la libertad. Es el mismo guion de siempre: la revolución es un espectáculo para exportar, pero en casa es otra cosa.

¿A qué pueblo representa Lazo? Porque el pueblo cubano no vive en hoteles de cinco estrellas ni en conferencias internacionales. Vive en colas interminables, en casas que se caen a pedazos, en el miedo constante a decir lo que piensa.

El Parlamento cubano no legisla, obedece. No debate, asiente. No representa, simula. Y este discurso en Ginebra no es más que otra función de un teatro que ya nadie compra, excepto los que cobran por actuar en él.

Al final, lo único magistral aquí es el cinismo. Lazo habla de socialismo mientras su gente huye en balsas. Habla de soberanía mientras Cuba depende de Rusia, China y quien le tire un salvavidas. Y lo más triste es que cuando se apagan los micrófonos y los aplausos, Cuba sigue en el mismo apagón de siempre. Pero eso no sale en el MINREX.

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