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Por Luis Alberto Ramirez ()
Viajar desde Miami a Cuba podría parecer un simple traslado entre dos orillas que comparten historia, familia y cultura. Sin embargo, el Aeropuerto Internacional de Varadero, en la provincia de Matanzas, acaba de emitir una advertencia que cambia la perspectiva del viaje: los pasajeros deben revisar las regulaciones aduaneras en vigor sobre “agentes biológicos”. Detrás de esta advertencia aparentemente técnica, se esconde una nueva estrategia del régimen para desviar la atención de su propia responsabilidad en la profunda crisis sanitaria que vive el país.
La alerta surge en medio de un escenario crítico. Matanzas, una de las provincias más golpeadas por la escasez de medicamentos, la proliferación de enfermedades transmitidas por vectores y el colapso de los servicios hospitalarios, se ha convertido en el epicentro del deterioro sanitario cubano. En lugar de reconocer las causas reales, la acumulación de basura, la falta de agua potable, los apagones prolongados que impiden conservar alimentos y medicinas, y la ineficiencia en la gestión sanitaria, el régimen opta por insinuar que la amenaza podría venir del exterior.
Según la nota del aeropuerto, los controles “fitosanitarios” se encargarían de evitar la entrada de “agentes biológicos que producen enfermedades perjudiciales a los animales domésticos, a la fauna silvestre y al hombre, en el caso de las zoonosis”. En otras palabras, las autoridades intentan construir un relato en el que los viajeros extranjeros o los propios cubanos residentes en el exterior serían potenciales portadores de plagas o enfermedades.
Este discurso no es nuevo. En tiempos de crisis, el Gobierno cubano ha recurrido históricamente a buscar enemigos externos: el bloqueo, el clima, los turistas, o incluso los emigrados. Ahora, en medio del colapso sanitario, se suma una nueva narrativa: la bioamenaza importada. Pero la realidad es más simple y más dura. Los brotes de dengue, leptospirosis y otras enfermedades en Matanzas no llegaron en las maletas de los viajeros, sino que brotaron de los tanques sin tapa, los basureros desbordados y la falta de una gestión sanitaria responsable.
El verdadero “agente biológico” que ha enfermado a la nación no proviene del extranjero, sino que es el Estado cubano con el abandono sistemático del sistema de salud pública, de la carencia de insumos médicos y de la corrupción que impide destinar los recursos donde más se necesitan. Mientras el régimen gasta esfuerzos en culpabilizar a quienes llegan con medicinas y alimentos para sus familias, los hospitales se derrumban y los barrios continúan infestados de mosquitos y roedores.
La advertencia del Aeropuerto de Varadero es, en realidad, una maniobra política más: un intento de controlar la narrativa ante el evidente fracaso del sistema sanitario cubano. No se trata de proteger a la población de agentes biológicos, sino de proteger al Gobierno de la crítica y del reconocimiento de su propia ineptitud.
En definitiva, si viajas de Miami a Cuba, revisa las regulaciones, sí; pero también revisa lo que el régimen intenta esconder bajo ellas: una epidemia de negligencia, censura y propaganda que lleva años enfermando al pueblo cubano.