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EL COMPAÑERO DÍAZ-CANEL ES INSUSTITUIBLE

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Por Carlos Cabrera Pérez

El compañero Díaz-Canel es insustituible, hasta que agote su mandato; pese a las periódicas medidas activas de la devaluada Contrainteligencia, para agitar la palangana y ver quién asoma la patica para pasarle la chágara.

Aunque no es descartable que, cuando toque, asistamos a una prórroga de poderes, como hizo Machado; el bueno, salvo que antes el tardocastrismo implosione por la incapacidad comunista de producir riqueza y bienestar.

Raúl Castro y la casta verde oliva deben estar sopesando a quién designar como administrador del descampado, en 2027, cuando reglamentariamente tocaría nombrar uno nuevo y -dos años más tarde- al encargado del PCC; muchos lectores pensarán que -para esas fechas- Raúl Castro debe haber ascendido ya el Cerro de la Mícara, según su propia liturgia funeraria; pero con los viejos combatientes nunca se sabe; solo hay que ver a los cadetes Machado; el malo y a Ramiro Valdés; el bodeguero masón, en emulación socialista para ver cuál se va antes del parque.

Las opciones se reducen día porque el gobierno -salvo excepciones- es un pelotón de funcionarios siempre mirando al banquillo y rezando porque no le caigan cocotazos desde el MINFAR, que ha colonizado la administración y la sociedad cubanas; demostrando su incompetencia, corrupción y carácter totalitario.

El penúltimo rumor enemigo cuenta que Marrero le habría dicho a Raúl que sobra uno de los dos, Díaz-Canel o él; otra mentira fabricada por la guardia de palacio y que ha vuelto a comprar un sector de la blogosfera cubiche para solaz y esparcimiento de sus pagadores de likes.

El primer ministro no tiene coraje para ni siquiera insinuar esa precisa al jubilado general de ejército y su estatus es más cómodo que el de Díaz-Canel porque su trabajo se limita a pastorear el rebaño de ministros y viceministros inútiles, con la excepción de Cabrisas; que bastante tiene con coger el avión cada cierto tiempo y decirles a los acreedores que sigue sin llover café en el campo.

Alguien, con muy mala intención, ha filtrado un vídeo de Manolito, borracho y alardeando de ser El Rey; caquitas que se anotan en el expediente que atesora Villa Marista por si hubiera que partirle el tentén.

Las crónicas de la nueva prensa a sueldo del tardocastrismo sobre las reuniones oficiales, abusan de los mudos, es decir, imágenes sin el audio real del cónclave, que es suplantado por una narración pueril de la reportera o reportero de guardia, saturada de papalotes en almíbar. Todo mejorará, pero ¿cuándo?

Dentro de la crónica del absurdo, hay un soliloquio de Esteban Lazo sobre el retorcimiento de las cosas que funcionaban antes, pero que ellos mismos retorcieron, digna de los guionistas de la genial Tremenda Corte.

Raúl Castro soñaba en que estas fechas, incluso antes, la finquita hubiera asumido formas de gestión vietnamitas, chinas y españolas; es decir, socialdemócratas, pero sin la menor concesión política y el Cuate no contaba con el tropelaje de Donald, las meteduras de patas de Marrero destrozando el turismo de tres quilos y -sobre todo- el embullo Obama, que encabronó al enfermo de secreto de estado y apendejó al encargado del manicomio, que renunció a sus afanes reformistas, como ya hizo en 1989, con la perestroika y la glasnost y apresuró su relevo, conservando un pie en el estribo de la mula de Genaro.

El Palacio de la Revolución no tiene nada tangible que ofrecer a los cubanos y entretiene a sus empleados fabricando disparates, que no resisten la lógica política o humana pero, sabiendo que buena parte del Hombre viejo ha emigrado a playas sin OFICOLA, de cuando en vez, le manda caramelitos rompequijás, porque los cubanos somos lo máximo; lo que todavía no sabemos en qué.

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