
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Anette Espinosa ()
La Habana.- El seboso de Ulises Guilarte de Nascimento ya dio el campanazo y desde ahora hasta el primero de mayo, la única preocupación de la dictadura será la marcha por el Día Internacional de los Trabajadores.
Para el grasiento y grotesco dirigente sindical, no hay otra tarea, ni nada que pueda hacerlo caer del sitio donde lo pusieron cuando lo quitaron de secretario del partido Comunista en Artemisa. A los que están por arriba solo les interesa que marche mucha gente.
Con su abundante tejido adiposo y una de las muchas camisas de las que se apodera tras cada donación, Guilarte mandó un mensaje hace unas horas: más de cinco millones de cubanos van a desfilar.
Y que nadie tenga dudas. Ellos harán hasta lo imposible porque marche al menos un millón en el país, porque del resto se encargan los medios de prensa y la dirigencia. Porque en eso de inflar números son monstruos.
Hasta un lema buscó el pringoso: «Por Cuba juntos creamos», aunque nadie sabe a qué hace referencia con eso de unidad y creación, porque es una más de sus frases fatuas y vacías.
El mantecoso dirigente no lo dijo, pero ellos tienen garantizado ya un grupo que desfilará obligado: los oficiales de las fuerzas armadas y el ministerio del Interior, los estudiantes, y toda la militancia, que, aunque ya no es tanta como antes, aún llegan a unos miles por municipios.
La convocatoria para la marcha, y la marcha misma, llega en el peor momento para el castrismo y para los cubanos en general, pero eso no le interesa al aceitoso Ulises Guilarte.
Los cubanos dignos tenemos que pasar de los llamados. Ese día no irán los niños a las escuelas, no se saldrá a la calle, nadie irá a las marchas.
Los que gobiernan tienen que saber que su tiempo se termina, que es la hora del cambio, que no habrá respaldo más, que deben irse, que llegó el momento de colgar los guantes.
La vida es una sola y los cubanos no nos merecemos vivirla en la indigencia y la inmundicia, manipulados hasta los tuétanos, sirviendo como esclavos de un sistema en el que solo viven los que están arriba, entre ellos el untuoso de Ulises Guilarte.
Al final, su único objetivo es que el mundo crea que el pueblo, a pesar de todo lo que se dice, está a muerte con el castrismo, pero eso no se lo creen ni ellos mismos.