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EL CASTRISMO, LA PATRIA Y LOS NIÑOS

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Por Manuel Viera ()

La Habana.- Como amante de los valores, las tradiciones y la sociedad funcional voté NO al código de familia, pero a mi hija le enseño a amar a su patria por sobre todas las cosas.

No necesito de una norma jurídica o de que el noticiero levante en la noche la espada de Damocles para recordármelo.

Lo he hecho siempre. También le enseño a mi hija que los seres humanos tienen el derecho a pensar libremente.

Ninguno de los grandes apóstoles de la patria era comunista y nadie la amó más que ellos.

Amar a la patria no es amar a ninguna ideología, amar a la patria no es reverenciar sistemas políticos o fanatismos. Amar a la patria es querer verla libre y soberana, verla progresar, crecer, ser feliz.

Es querer ver una patria donde importen más los hombres que sus ideas políticas. Una patria donde nadie imponga, donde quepamos todos y decidamos todos.

En lo personal considero un disparate el condicionar políticamente a un niño mientras se habla de libertad de pensamiento, es algo que no tendría que hacer ni el padre de izquierda ni el padre de derecha.

Vivimos en un absurdo momento de la historia donde preocupa más el derecho de un niño a decidir con qué órgano sexual quiere vivir que su derecho a decidir por sí mismo cómo pensar.

Mi hija, como yo, va a amar a su patria con la libertad de pensar, con ideas que vuelen a donde ella quiera y con la ideología política que ya de adulta ella decida.

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