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El castrismo encontró otra provincia en Italia para su mercado de batas blancas

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Por Redacción Nacional

La Habana.- La región italiana de Molise ha anunciado un acuerdo con Cuba para importar médicos y tapar, con parches extranjeros, la crisis de su sistema sanitario. La noticia parece positiva para los pacientes italianos. Sin embargo, esconde la verdadera tragedia de fondo: el régimen castrista sigue usando a sus profesionales de la salud como mercancía de exportación. Es una mano de obra cautiva que le genera divisas frescas mientras en la isla escasea hasta un pediatra para atender a un niño con fiebre.

La dictadura vende este tipo de convenios como una muestra de “solidaridad médica internacional”. En realidad, se trata de un negocio redondo para la cúpula gobernante. Los médicos reciben apenas una migaja de su salario —cuando lo reciben—. El resto va a parar a las arcas del Estado. En palabras más claras: trabajo esclavo en pleno siglo XXI, maquillado con discursos de altruismo revolucionario.

Mientras en Molise celebran la llegada de los galenos cubanos, en La Habana los hospitales se caen a pedazos. No hay antibióticos, no hay analgésicos, no hay personal suficiente para cubrir los turnos. Muchos profesionales, cansados de miseria y de abusos, renuncian y se van del país. Los que quedan, son enviados a cumplir “misiones”. Allí trabajan bajo vigilancia férrea, sin derechos, con la amenaza de que si desertan no volverán a ver a sus familias en al menos ocho años. Ese es el precio de la obediencia médica al castrismo.

El caso de Molise, como antes el de Calabria, refleja también la doble moral de Europa. En Bruselas abundan los discursos sobre derechos humanos y libertad, pero cuando se trata de resolver sus crisis internas, no dudan en aplaudir acuerdos con una dictadura que explota a sus profesionales. Si Italia necesita médicos, debería invertir en mejores salarios y condiciones laborales para sus propios especialistas. No legitimar un sistema represivo que comercia con seres humanos.

El sindicato UGL Salute ya lo advirtió: traer médicos cubanos no es una solución, sino un parche temporal que no resuelve la precariedad estructural del sistema sanitario italiano. Y, de paso, blanquea al régimen cubano en el escenario internacional. Porque cada contrato de este tipo no solo llena las cuentas del castrismo. También le permite seguir vendiendo la imagen de “potencia médica” mientras en la isla la gente muere por falta de una dipirona.

Molise podrá cubrir algunas guardias en sus hospitales, pero Cuba seguirá desangrándose. Cada médico exportado es una familia rota, una vida controlada y un ciudadano convertido en peón del régimen. Si Europa de verdad se preocupa por la salud, debería empezar por la salud democrática de los países con los que firma acuerdos. Mientras tanto, La Habana sonríe: ha encontrado otra provincia europea dispuesta a comprar médicos como quien compra ganado.

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