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Por Yin Pedraza Ginori ()

Madrid.- Ahora, precisamente ahora con el país patas arriba tras el paso de Melissa, ¿qué sentido tiene rasgar el silencio absoluto que ha primado durante 21 meses sobre el procesamiento del ex vice primer ministro Alejandro Gil y agitar el gallinero revelando las acusaciones que existen contra él?

Llámenme conspiranoico o lo que ustedes quieran, pero a mí, el Caso Gil me huele a primeros pasos del Caso Canel.

La destrucción del ciclón le puso la tapa al pomo de una crisis descomunal que la actual dirigencia del gobierno y el partido, con la ineficiencia y terquedad conservadora que les caracteriza, no son capaces de encarrilar y mucho menos de resolver.

Posiblemente Melissa le haya venido como anillo al dedo a Raúl y a los poderosos mayimbes militares que ven peligrar sus millonarios negocios y estaban esperando una oportunidad para cargarse al presidente narizón que hace rato les estorba.

Para ellos, el SinCasa está quemado y pico, es un sapingo egomaníaco, rodeado siempre de guardaespaldas y fotógrafos, que le hace daño a la economía y logra que la gente se aleje cada día más de aquel apoyo a la revolú que otrora existió y hoy es algo impensable. El pueblo, que sufre sus decisiones, no lo quiere ver ni en pintura y la cúpula clandestina que maneja los hilos del poder lo considera un activo obsoleto y perjudicial que se debe liquidar para que el castrismo pueda continuar con la sartén por el mango.

En Fracasilandia (el país antes llamado Cuba), no es un secreto para nadie, existen partes diarios de inteligencia que los aparatos de seguridad ponen encima de la mesa del alto mando del gobierno y el partido.

Canel y los informes

El complejo y vasto sistema de vigilancia interna que funciona en todo el territorio nacional, que va desde la simple cederista chivata de barrio, pasando por los que espían a los dirigentes de todos los niveles, hasta los analistas duchos en las últimas técnicas del espionaje cibernético, recoge en sus informes hasta el más mínimo suceso que despierte la posibilidad de afectar la estabilidad de la dictadura.

Cuando en Jatibonico, Guamuta o en medio de la Sierra Maestra, da igual el lugar, alguien pinta el letrero “Abajo Díaz-Canel Singao” en una pared, tenga usted la seguridad (nunca mejor dicho) de que se inicia una investigación al respecto y el hecho queda registrado en los reportes de inteligencia que les llegan cada día a quienes les deben llegar.

En un estado donde todos espían a todos, es materialmente, físicamente, imposiblemente imposible que Alejandro Gil estuviera cometiendo todas las fechorías de que se le acusa sin que el alto mando de la revolú lo supiera. ¿Espionaje? Seamos serios. En Fracasilandia, los de bien arriba conocen en tiempo real cuántos palos a la semana le echa un ministro a su esposa y cuántos a su amante.

Y más de lo mismo en los demás delitos. En los niveles superiores del sistema castrista, opaco y corrupto hasta más no poder, los actos en perjuicio de la actividad económica, la malversación, el cohecho, el enriquecimiento personal, el tráfico de influencias, etc. han sido una constante a lo largo de casi 66 años.

¿Raúl Castro al frente de nuevo?

¿Alguien en su sano juicio piensa que Canel SG es un crisol de honradez, actuando como una isla de integridad y decencia en el centro de una estructura de gobierno repleta de mierda?

El expediente seguroso que tiene abierto el presidente, donde se detalla cada uno de los motivos para plancharlo, debe tener el tamaño de una enciclopedia en 20 tomos. Canel está tan cagado como Gil. Gil es Canel y Canel es Gil. Tanto monta, monta tanto.

A través de su entorno, Gil ha amenazado con cantar. Si lo hace, diciendo todo lo que le sabe a Canel y a los demás, estará sirviendo de instrumento para abrirle una causa al presidente a cambio de obtener beneficios en su condena.

Cosas así se han visto en el mundo de la mafia y la casta castrista, no lo olviden, actúa como los mafiosos. En el nido de las víboras todo es posible, todo es probable.

Y por último un detalle para alimentar aún más la sospecha. El hecho de que, desde hace unos días, la prensa oficialista le llame “Líder al frente de la Revolución” a Raúl Castro resulta significativo y pico. Al machacado cubano de a pie, alguien desde lo más alto de la cúpula le está diciendo, de guiillestein, como el que no quiere la cosa, que, como dijo el Cagandante “hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado”, que se ha iniciado el proceso para que el SinDomicilio se vaya pal carajo.

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