Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Muchas buenas noticias sobre la ayuda, el crédito, el financiamiento que los rusos quieren dar a Cuba. No me sorprende. Lo que me sorprende es el espíritu triunfalista de algunos de acá, que piensan que ya resolvimos el problema, y el ejército de salvación rojo vendrá de nuevo con latas de carne rusas, sputniks y matrioshkas.

No olvidemos que la primera traición romántica, fue cuando el propio Nikita Jruschov, alarmado y desesperado, negoció con Kennedy, a espaldas de Fidel, la salida de la crisis de los misiles. Dejaron al barbudo afuera, y este encendió en ira. Así comenzó el hielo más fuerte que una nevada entre Moscú y la Habana. Los propios dirigentes cubanos de la época confiesan que ya las relaciones no eran las mismas.

Y es que nunca fueron buenas. Para la URSS, tener un aliado en el patio de la doctrina Monroe, era un aliciente en el estratégico equilibrio nuclear… Tú tienes los Júpiter en Turquía, yo tengo los R12 en Cuba. Pero todo salió mal, mucho secreto con Anadyr, y al final un U2 los echó palante.

El mundo entero supo del conflicto y el engaño. El estuvo al borde de una guerra nuclear y a alguien se le ocurrió proponer un ataque nuclear preventivo… ¡Pa su escopeta! Los rusos le cogieron tanto miedo, que enseguida se llevaron todos los misiles… Si les dejaron uno o dos fue de recuerdo, porque no los iban a ver más. A gente así no se les podía instalar un artefacto nuclear en su casa.

Hay cosas que no debemos olvidar

No olvidemos que la primera crisis económica de magnitud después del 59, fue por la propia negativa de los soviéticos de ayudar a Cuba, con todo el corazón. Ellos estaban inmersos en una carrera armamentista, de la cual no llevaban ventaja, y lo sabían. La firma del tratado Start era imprescindible, pero los americanos se negaron, porque Cuba estaba ayudando a los movimientos de liberación en otros países

La actitud soviética en esos años fue clara: o dejas de ayudar las guerrillas, o no te mandamos más ayuda… Más o menos, fue el enfoque.

No olvidemos que muchas de las cosas que la URSS exportaba a Cuba, como “plantas completas”, eran instalaciones ya obsoletas, que habían rendido su vida útil, que ya iban a ser desmanteladas en el gigante siberiano, y como una salida económica de “amigos”, le vendieron a la isla lejana termoeléctricas obsoletas, refinerías con procesos tecnológicos ineficientes, plantas de procesamientos caducadas y todo cuanto ya no utilizaban. Pero para Cuba era un paraíso.

No olvidemos que muchos de los planes quinquenales de la economía no se cumplieron, porque, precisamente, la URSS no enviaba los suministros que Cuba necesitaba, y se aprobaban a retazos muchos envíos. Otros hubo que gestionarlos a través del CAME, porque Moscú se negó.

Recuerdo unos camiones especializados que la KGB no quiso nunca que llegaran a Cuba, y en la isla tuvieron que inventar.

El primer abandono y la Operación Pandora

No olvidemos que Fidel Castro, durante una visita al Kremlin a principio de la década de los 80, recibió un jarro de agua fría con la triste noticia de que la URSS no podía ayudar a Cuba militarmente en caso de una agresión de EEUU. En otras palabras, le dijeron: “Nosotros no podemos atravesar el Atlántico, 9500 kilómetros, para que los americanos nos partan la cara”. Lo sucedido lo guardaron tan en secreto, que solo se dio a conocer a los muchos años y se nombró “Operación Pandora”.

No olvidemos que toda esa amistad de trabajos voluntarios, domingos rojos, viajes a la URSS, la gran e inmensa y todopoderosa embajada de la URSS, que se construyó en el medio del capitalista barrio de Miramar… todo, todo, era una gran cortina de humo.

En esencia, no nos llevamos bien, había recelo entre ambos, pero nadie lo podía saber. Porque los americanos ya le habían puesto el pie a Granada, al Kadaffi por África, y Panamá estaba en la mira junto con Nicaragua. Nada, que Ronald Reagan no se media y en La Habana intuían que estaba loquito por meter las manos en Cuba.

Entonces hubo que disuadir aquello con la historia de que éramos los mejores amigos.

No olvidemos que fue el mando militar ruso el que mal asesoró a los angolanos en su ofensiva de 1989, y trajo el desastre de los sucesos de Cuito Cuanavale en Angola, donde los cubanos tuvieron que arreglar el mal trabajo de los asesores soviéticos. Dejaron aquello patas arriba, sin salida y Cuba tuvo que poner los hombres para resolver el problema.

Las críticas de Gorbachov en La Habana

Tampoco olvidemos que fue Mijail Gorbachov, en su visita de finales del 1988 a la isla, quien cuestionó los motivos por los cuales Cuba, siendo tan subsidiada por la URSS, y teniendo un ejército de profesionales graduados allá, seguía igual… Aquel reproche del Secretario General no le gustó a más de uno.

Asimismo, vale no olvidar las palabras de Fidel al comienzo del llamado “Periodo Especial” cuando critico a la URSS, a los comunistas de Europa del Este, a las guaguas Ikarus, y a la madre de los tomates… Claro, todo eso cuando vio que la nueva Rusia de Boris Yeltsin no quería saber de ayudas, ni de Cuba, ni de nada.

Vale recordar que, después de un romance mal trabajado entre el estrenado presidente Putin y George Bush padre (el cual no le hizo ningún caso), el primero con ánimos de congraciarse, fue quien decidió “unilateralmente” retirar la arcaica “Base Lourdes” de Cuba.

La ‘traición’ de Putin

Fue de pronto, de la noche a la mañana, sin aviso previo, y los dejó a todos boquiabiertos. El Granma emitió un comunicado donde medio protestaba y en las palabras se podía ver la amargura porque esa leyenda de base desapareciera.

Sin embargo, fue más doloroso porque Putin, unos meses antes, había viajado a Cuba, había visitado la base con Fidel y nunca se conversó sobre el tema. Aquello fue interpretado en su momento como traición, aunque todos tenían claro que, supuestamente, los nuevos satélites espías eran más económicos que mantener la base.

Así que…. ese es nuestro amigo y camarada, quien, supuestamente, viene en ayuda. Solo que ahora con una nueva modalidad: ya no es socialista, comunista, ni internacionalista. Ahora es capitalista.

Si cuando éramos amigos, y respetábamos a Lenin nos llevamos tal mal, dígame usted ahora, cuando lo único que respetan es a Washington en un billete.

¿Usted cree que ahora, son su nuevo estatus, van a invertir un peso en esta tierra y no sacarle el jugo? Eso nada más que se lo creen los que todavía tienen un mapa rojo, con una hoz en la cabeza.

(El autor de este texto prefiere mantener su anonimato)

Deja un comentario