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El cable: nuestro plato nacional

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Por Laritza Camacho

La Habana.- Cuba es, hoy por hoy, como una de esas recetas innovadoras al más puro estilo de «Cocina al minuto»…

La clave de la comparación está en la sustitución de los ingredientes y en los nombres…

Dicen que hacen café, pero lo sustituyen por chícharo…o que hacen chícharo, aunque lo congelan como helado; y al helado le echan el mojo de la yuca, mientras que a la yuca seca le rayan un quimbombó. Ahí la cosa empieza a resbalarle a todo el mundo, menos a los que tienen que comerse la baba que se corta con limón, la base de todo.

Nitza Villapol y su ayudante Margot lograron sortear durante años aquellas sustituciones. El programa que empezó siendo sobre cocina terminó como un espacio dedicado a la magia. Nitza podía sacar de su delantal cualquier cosa menos un conejo, y Margot podría pensar cualquier cosa, pero no hablar. Tal vez por eso nuestros padres y abuelos constantemente nos recordaban: «Se come en silencio, en la mesa no se habla.»

Hasta que se sustituyó también la mesa, la familia y solo nos quedamos con el silencio.

Cuba poco a poco está dejando de ser el sabroso ajiaco caribeño de la genial imagen de Fernando Ortiz, para convertirse en un asombroso ¡Coquito con mortadella!

¿Coquito? ¿Mortadella? pensaría Margot sin atreverse a hablar, mientras los que se «babean al estilo Pavlov, pero sin limón para cortar la baba», se levantan y apagan el televisor, como acto indiscutible y casi único, de rebeldía nacional.

Bueno, si antes no lo apaga el mágico y equilibrado SEN, ese genial chef que nos UNE, cuando nos seguimos comiendo un cable, receta cubanísima devenida en criollo plato nacional.

Buen provecho.

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