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El arte de maquillar la miseria: Una respuesta a «El Necio»

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- Pedro J. Velázquez, «El Necio», en su más reciente «puntualización de detalles», nos ofrece un perfecto ejemplo de cómo el vocero oficialista, incluso cuando parece asumir una realidad, se dedica a desactivarla, distribuir culpas y, en última instancia, lavarle la cara a un gobierno que ha fracasado estrepitosamente.

Su texto, una mezcla de descripciones crudas y conclusiones lenitivas, no es investigación; es el manual del régimen para gestionar la indignación pública. Comienza admitiendo la veracidad de la foto de los niños durmiendo en el césped, un acto de aparente valentía que pronto revela su verdadero propósito: servir de preámbulo a un elaborado ejercicio de justificación.

Su relato, extraído «desde el terreno», describe una tragedia en decenas de párrafos, pero se apresura a señalar que «no es objetivo de este post la criminalización de las familias». Es la estrategia clásica: reconocer el síntoma para negar la enfermedad. Menciona que los niños son enviados por sus padres, que dañan propiedades, que merodean hasta la madrugada.

Cada detalle, en su pluma, parece intentar diluir la responsabilidad del Estado en un mar de «responsabilidades compartidas». Mientras los niños duermen a la intemperie, «El Necio» se preocupa por el equilibrio narrativo.

La solución es ‘esconder’

La crónica de la inacción estatal que él mismo documenta es demoladora. Los trabajadores alertaron a las autoridades «varias veces y todo ‘seguía igual'». La policía no llegó cuando detuvieron a dos niños; tuvieron que llevarlos los guardias de seguridad y al día siguiente «ya habían regresado». Solo «ahora que la imagen estalló en las redes», se organizó una «recogida».

Este es el meollo del asunto: para el régimen y sus portavoces, el problema no son los niños en la calle, sino la imagen viral de los niños en la calle. La solución no es prevenir, sino esconder.

En un giro que raya en el cinismo, «El Necio» concluye que la solución reside en una «articulación» de instituciones que, según su propia evidencia, han demostrado una negligencia absoluta. Habla del gobierno municipal, del Consejo de Atención a Menores del MININT, y hasta nos brinda la tranquilizadora –y vaga– declaración de la viceprimera ministra Inés María Chapman: «Sí, se ha dado solución».

Pero, ¿qué solución? ¿Devolver a los niños al mismo entorno del que huyeron? ¿Esconderlos de la vista pública hasta que el siguiente escándalo mediático estalle? Su texto es un monumento a la simulación.

El Necio

El Necio solo maquilla, como buen pendejo

La mención al diputado Carlos Miguel Pérez Reyes, quien cuestiona si la institución de Menores «cuenta con las capacidades necesarias», es la única chispa de lucidez en todo el pantano de su texto. Pero incluso esta crítica controlada es absorbida por la narrativa general de «El Necio»: un problema técnico, de articulación, de capacidades.

Se niega a nombrar la verdadera causa: es el fracaso de un modelo político y económico que destruye las familias, hunde a la población en la miseria y es incapaz de ofrecer el más mínimo amparo a sus niños más vulnerables.

Al final, tras este largo y pretendidamente meticuloso desglose, queda claro el objetivo de «El Necio». No es informar, sino administrar la indignación. No es denunciar, sino normalizar. Su «puntualización» es un acto de maquillaje sobre el rostro sucio y lloroso de un niño que duerme en un jardín. Reconoce los hechos para vaciarlos de su significado político y, una vez más, intentar lavarle la cara a un gobierno que, ante la evidencia de su fracaso, solo sabe recoger a los testigos de su ruina para esconderlos de las cámaras.

La verdad, Necio, existe más allá de tus ridículas valoraciones. Y la verdad es que esos niños en la calle son la acusación más dura contra el régimen al que tú tan férreamente, como todos los pendejos afines, defiendes.

Y por favor, Necio, no le llames más ‘investigación’ a esas líneas lastimosas que escribes. Sigue a lo tuyo, que es viajar a Venezuela o eyacular en los conciertos de Silvio, que ni para investigar sirves. Por cierto, no olvides que estás en el mismo grupo de Humberto López, Michel Torres Corona… el grupo de las filas para sonarles las primeras galletas.

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