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Por Laritza Camacho ()
La Habana.- Esa es historia vieja, vergonzosa y ridícula desde su raíz. No me preocupa lo que diga la censura… ¿Sabes lo que sí me preocupa? Lo que seamos capaces de decir los artistas.
No se trata de campañas de esquinazos, de pros o contras. Estamos hablando de arte, de creaciones hechas con una entrega tal, que merecen respeto.
Arte, situado en el centro mismo de la cultura de cualquier pueblo, mezclada con sus costumbres, nacida de sus rituales.
Puede que los artistas no llamen al otro cuando están creando pero, si el otro estrena, deberíamos repletar los teatros, las galerías, hojear cada página de sus libros, abrirnos a su música o sus imágenes. No hay que violentar por ello el gusto individual, basta con alegrarse sinceramente de los triunfos y respetar el talento.
¿Qué hacemos entonces cuando a nuestro lado mutilan a otro artista y lo dan por muerto en el mejor momento de su vida?
¿Qué hacemos cuando suspenden una función anunciada por pura tozudez política que no entiende de arte?
¿Qué hacemos para poder seguir creando después sin que duela el pecho o la vergüenza?
Imagina un futuro en que dejemos de ser La isla de la música para convertirnos en La isla de la música de izquierda o en La isla del silencio…Imagina lo mismo con todo lo demás (sonrisa, dolor, familia, sexo, color, mar) todo censurado mientras los artistas se permiten callar.
No me importa lo que diga la censura, sus razones tendrá.
Me importa lo que sepamos decir los artistas. Aquí dejo mi palabra.