
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Datos Históricos
La Habana.- Marlene Dietrich lo tenía todo. Glamour, fama, poder. Era una diosa de la pantalla, una leyenda viva. Y, sin embargo, se arrodilló ante una mujer diminuta que cantaba con el alma desgarrada: Edith Piaf.
Durante años, Marlene amó a Edith con devoción absoluta. La acompañó en sus giras, la sostuvo en sus tragedias, la cubrió con ternura incluso cuando llegaban otros amantes. Hombres que recibieron de Piaf el amor que Dietrich nunca pudo tener.
No fue un amor correspondido. Tal vez, incluso, fue un amor aprovechado. Pero fue real. Y lo sostuvo todo… hasta que no pudo más.
El punto de quiebre fue la adicción. En sus memorias, Marlene lo escribió con dolor:
“Mi amor por ella seguía ahí, pero se había vuelto inútil. Abandoné a Edith Piaf como a una niña perdida, a quien siempre lamentaré y llevaré en mi corazón para siempre.”
Ni el desengaño ni la distancia lograron borrar lo que sentía. Años después, Marlene seguía recordando cómo, el día de la boda de Piaf, se arrodilló en público para ajustarle el zapato. Ella, la diva entre divas, postrada ante el único amor que nunca fue suyo.
Porque a veces, el amor no tiene forma de cuento. Tiene forma de herida. De ausencia.
Y de recuerdo eterno.