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Por Ulises Toirac ()
La Habana.- Del «caso Gil» hay mucho que hablar y no por gusto ha acaparado atención en medio de un desmadre descomunal de todo el país y en especial de la zona oriental que aquello es dantesco.
Pero quiero reflexionar medio minuto respecto a algunas personas que andan haciendo campaña para que no lleguen donaciones a Cuba. El argumento es que no se necesitan donaciones materiales sino libertad.
A ver, queridos. Libertad se necesita. Mucha y de muy diversa naturaleza y raiz. Pero pensemos en un par de detalles.
Por un lado, los que decimos (me incluyo) que las donaciones (como casi todo) no se gestionan con transparencia y a menudo aparecen en venta… La Iglesia decidió ofrecerse de garante no sólo para las donaciones del Gobierno de EE.UU., sino que es una vía abierta para todo el que quiera donar. Me parece buenísimo y en lo personal agradezco este gesto de infinita humanidad tratando de salvar un escollo innecesario y absurdo.
Por otro lugar estaba recordando en medio de las noticias sobre el desastre que ha dejado Melissa que hay gente albergada de cuatro ciclones atrás aún, cuando perdieron sus viviendas. La situación súper precaria de ésos y de todos los afectados por este último huracán es de una naturaleza poco imaginable para todos los que no la estamos viviendo.
Hay que tener un poquitico de sensibilidad, de empatía, de humanismo. Jamaica está recibiendo una buena cantidad de apoyo internacional, y es de lo que se trata. De eso y de trabajar en la restauración del país. Esas son muy buenas noticias. Roguemos porque (empezando por nosotros mismos, los cubanos) hagamos el mismo esfuerzo. No se trata de Gobierno. Se trata de personas. De gente muy humilde que ya venía careciendo y les cayó un Armagedón encima.