
DOLARIZACIÓN: NI PIEDRA, NI PAPEL, NI TIJERA
Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- Ni piedra, ni papel, ni tijera. La dolarizacíón parcial de la economía cubana es un mecanismo para reforzar el poder político en un contexto en el que quienes mandan consideran que otras opciones de política económica entrañan riesgo político.
La dolarización devuelve el país a la casilla de partida pre-“ordenamiento”: mercado segmentado, multiplicidad monetaria y cambiaria, y erosión de incentivos del trabajo. Al hacerlo obstaculiza crecimiento, desarrollo y bienestar.
No es una necesidad. Es una opción, entre varias posibles, que indica la preferencia política del gobierno por la fragmentación económica, afincada en monopolios estatales y en el ninguneo de otros “actores”, para succionar remesas saltándose un mercado cambiario.
Cuando el primer ministro dice que las divisas “se están moviendo ilegalmente en la sociedad” se le olvida aclarar que la única razón por la que no existe en Cuba un mercado cambiario legal para la población es porque el gobierno así lo ha decidido.
Sin embargo, en otro aspecto el primer ministro ha sido transparente: es “el control” del gobierno sobre las divisas lo que motiva la decisión de dolarizar y no tanto el funcionamiento en sí mismo de las divisas en la economía, que tiene más componentes que el gobierno.
Mientras que no se revele un programa económico que modifique los precios relativos a favor del peso cubano (producción, productividad, salarios, etc.) no es creíble aquello de que “en todos los programas del Gobierno el camino a seguir es la desdolarización”.
Es una idea excéntrica esa de que para desdolarizar hay que transitar por el “camino previo” de la dolarización. La dolarización es un mecanismo de transferencia de valor sobre el que se erige un entramado de intereses que tiende a preservarla.