Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Por Ulises Toirac ()

La Habana.- Hoy desperté loco por orinar. Estaba a punto de caramelo cuando abrí los ojos. Intenté incorporarme de siete maneras distintas a las cuales las articulaciones respondían con mil dolorosas alertas en rojo escarlata diseminadas por toda la anatomía. Finalmente logré sentarme en la cama con mareos del esfuerzo.

Hecha tal proeza, y adicionándole la de ponerme de pie, la vejiga ya no podía más. Dando pasos entrecortados, producto de las protestas de tobillos y rodillas se me hizo como en las películas que ponen el accidente en cámara lenta. Yo intentaba avanzar, la vejiga chillando gomas, y el cuerpo a que no, a que me tomara mi tiempo. Ya no podía más, aun avanzando saqué al consorte para no mearme la pijama hasta que finalmente logré encestar el inodoro.

Baldear luego el baño fue del carajo.

Decidí hacerme una taza de café. Por suerte he enseñado a mi perra Lía a agarrar duro con los dientes lo que le ofrezca. Solo de esa manera pude desenroscar la cafetera. Encender la hornilla… A ver, no sé qué método será el indicado para esta situación, en casa usamos un encendedor de esos de tubito largo, que ya no tiene gas pero hace chispa y con eso enciende la hornilla… Pal carajo. Apretar el gatillo con las dos manos me hizo acordarme de todas las películas de acción y hasta de mi abuela.

Si el café hubiera quedado malo, yo me «succidiaba», afortunadamente quedó espectacular. Pero como había tenido que tomarme mi primer medio litro de agua, cuando me tomé el café, me dio ganas de ca***ar…

La cercanía… por suerte

Media hora después finalmente pude regresar a la cama. Creo que cagao porque las muñecas se niegan a obedecerme. Puse agua a calentar pa bañarme por si las moscas. Nunca mejor dicho esto de las moscas.

Bañarme con chikungunya ha sido extremadamente aleccionador. Recordé mis clases de anatomía creo que de séptimo grado. Cada una de las articulaciones del sistema óseo dijo presente y entre todas dejaron claro que no tengo dinero pa contratar enfermera que me permita terminar realmente limpio de un baño. Terminé con ganas de orinar épicas. Por suerte la taza me quedaba cerca y no tenía pijama puesto. Ponérmelo me hizo pensar seriamente en andar encueros por toda la casa.

Me dormí. Es cuento sugerir descanso a un enfermo de esta mierda, usted se duerme quiera o no quiera a pesar de los dolores. He decidido no tomarme la temperatura porque el termómetro pa mi que tiene mercurio en gravilla y bajarlo es como que arar un campoetierra con las manos. Pero el sueño debe ser las fiebres.

Del resto del día no me quiero acordar. O realmente no me acuerdo, no sé. Todo es una especie de visión onírica en modo pesadilla.

Me gustaba cuando tenía 62 años. Tener 135 es una reverenda porquería.

Deja un comentario