La Habana.- Recuerdo haberme empezado a burlar del «diálogo» en julio del 2021. En febrero del 2022 dije que el «diálogo» no existía. Revisen mi Facebook, que todo está ahí.
A la palabra «diálogo», que existe hace mucho tiempo, le cambiaron el significado después del 11J.
Si tengo que adivinar, fue alguien del gobierno, que propuso empezar a utilizarla de una forma en que no significara ABSOLUTAMENTE NADA, y con eso nombraron a una cosa que no tenía ABSOLUTAMENTE NINGÚN EFECTO. Después, empezaron a promover esa cosa, a la vez que la penalizaban, para crear necesidad, y a la vez miedo y sentido de culpabilidad. La necesidad, la culpabilidad y el miedo son la base de todo.
En ese «diálogo», con mucha, mucha suerte, se hacen dos monólogos inconexos. Con un poco menos de suerte, es un solo monólogo, de allá para acá.
¿Diálogo para qué? ¿Me van a decir algo que yo no sepa? ¿Les voy a decir algo que Ellos no sepan?
A mí ya no me interesa que alguien me oiga. Estuve desde el 17 de junio del 2020 hasta el 13 de julio del 2021 diciendo que este asunto se podía hablar, y llegar a un acuerdo pacífico. Allá, cuando la tormenta no era más que un nubarrón en el horizonte. Hoy, que el trueno retumba sobre nosotros, ¿diálogo para qué? Yo decidí quedarme para ver la tormenta y la destrucción en toda su belleza.
Ahora vamos a la negociación.
La negociación sí es una cosa real, con efectos reales. Pero requiere condiciones.
Pararse ahí a hablar de negociar, sin nigún tipo de mecanismo de presión, es poco menos que risible. Es irresponsable.
¿Negociación, ahora, que estamos en el peor momento para negociar?
Primero: El negociador TIENE que disponer de recursos. Los recursos pueden ser desde dinero hasta información, influencia, o posiciones estratégicas. Cosas que impliquen ventaja sobre el oponente. ¿Qué le van a ofrecer a este oponente nuestro? ¿Qué aceptaría alguien que lo tiene TODO? Ustedes lo saben, yo no se los tengo que decir.
Segundo: ¿Quién me garantiza el cumplimiento de los acuerdos tomados en una negociación? ¿El Papa? Al Papa no quiero verlo por todo esto. Ahora mismo ocupa un lugar muy especial en mi corazón, junto con Frei Betto, Josep Borrell, la cáscara de papa y la tripa de gallina. ¿La Unión Europea? ¿La ONU?
Una negociación sin garantías no es una negociación, y en nuestra posición, no me sirve ninguno de esos garantes. No tienen palabra ni poder para hacerla cumplir. Para que sirva, tiene que ser dando y dando, y sin posibilidad de vuelta atrás.
Veamos un ejemplo. Presión: un paro nacional. El Parón de Verdad, no el de Otaola.
Recursos: posibilidad de restaurar el orden y que la gente vuelva al trabajo.
Garantía: si no se cumplen las demandas, unos parlamentarios europeos van a decir que en Cuba no hay libertad.
En estas condiciones, y si hacemos suficiente ruido, la demanda puede llegar hasta el multipartidismo y unas elecciones. El país igual está parado desde hace años, pero como hicimos ruido, el chisme llega hasta los americanos. Hay una enérgica condena, etc., etc.
Aquí le tienen miedo a Trump, y aceptan. Hacemos el partido, y se anuncian las elecciones. Tres meses después a Trump le da la locura por otra cosa y se olvida de nosotros, como normalmente pasa. Nos convertimos en Venezuela. Como la garantía es ridícula, olvídense de las elecciones. Los del partido que tengamos mucha suerte terminamos marchando y gritando consignas revolucionarias por los próximos 25 años en una prisión en Camagüey. Los que no, tenemos un accidente de carretera. El Papa vuelve a Cuba a felicitar a Raúl en su 120 cumpleaños.
No, mi cielo. Cita a Martí todo lo que tú quieras, pero pa’ eso no cuentes conmigo. Negociar ahora es estratégicamente un sinsentido. Pero tranquilos, que hay una negociación que funciona.
En este país hay mucha gente que tiene mucho invertido. El general de GAESA tiene invertido dinero. Ya a los hijos los sacó para otro país, pero la avaricia no le permite dejarlo todo atrás y desaparecer. El político de carrera invirtió, porque prestó su cara y su palabra para mantener este engendro funcionando. El represor invirtió, porque el represor de hoy es el linchado de mañana. Y ese tiene a los hijos aquí.
No hay avión para tanta gente. Solían ser una estructura piramidal, ahora se están aplanando. Antes no se discutía por un pasaje a la salvación, la jerarquía no permitía ni pensarlo. Ahora no hay jerarquía, solo gente taimada vigilándose unos a otros.
Y viene el hambre. Viene la desolación. Estamos madurando. La mejor negociación es no negociar, porque ahora nuestro valor está subiendo. El hambre es un recurso, y Ellos no lo pueden negociar.
La única demanda que tiene sentido es: Recojan y váyanse. Tienen dos horas, y un solo avión para todos y para lo que puedan llevarse.
¿La garantía? Dentro de dos horas no va a quedar nada que llevarse. Van a perder la inversión.
¿O no se dieron cuenta de que en cada tienda MLC y hotel había 20 boinas rojas, pero en el Partido Provincial no había ninguno? ¿Saben que hay unos almacenes por nosedónde, que hay quién dice que son de la MIPYME de nosequién, que son custodiados por militares?
Cuando los generales y la Familia Real no tengan turistas en los hoteles, no queden productos en las tiendas ni en esos almacenes, y lo más importante, les deje de entrar dinero, va a cambiar radicalmente su forma de pensar. El «Será mejor hundirnos en el mar» se va a convertir en «¿Qué estoy haciendo aquí?». Habrán perdido su inversión.
Los políticos son inútiles y corruptos. Si viven o mueren, a nadie le importa, y sólo un estúpido negociaría con ellos.
Los represores, por el contrario, no tienen a dónde ir. Son el eslabón más débil de la cadena. Y paradójicamente, son los que tienen el verdadero poder. Créanme. Entre una Suzuki y un tanque de guerra, yo me quedo con la Suzuki, que es más peligrosa. La negociación va a empezar por ahí.
La negociación, sólo a punto del colapso. Nunca antes.
¿El perdón, la reconciliación y demás? Sí, todo eso está tocao, y es súper lindo decirlo en cámara. Pero no quiero a ninguno de los que no logren irse dirigiendo ni un puesto de churros. La reconciliación no me da hasta ahí. No es nada personal, es sentido común.
Reconciliarse es una cosa, poner el comemierda es otra cosa, bien diferente. Y tengo experiencia en las dos.
¿La unidad? ¿Que hay que unir y no separar? Eso también es tocao, y cuando se dice hasta emociona. A mí me la suda. ¿Unir es que el respeto esté por encima de la lógica? Eso es unanimidad, y no se la debo a NADIE.
En febrero del año pasado estuve hablado de intentar poner un diputado de la oposición en la Asamblea Nacional. Las opiniones estaban divididas. Por esos días me encontré una persona cuya opinión respeto mucho, que me dijo, de plano y sin titubear: «Lo del diputado no sirve. Si te metes en eso, yo no te voy a apoyar.»
Yo tenía un gin-tonic en la mano, el cual me terminé de tomar de mala gana. Aquel colega me amargó la noche. En los días siguientes, cuatro personas más hicieron lo mismo, cada una por su parte. Y al final entendí.
Hoy soy yo quien le dice a otro que se equivocó, que no es por ahí. Quizá no me sale con todo el respeto que debería, o el que me dicen que debería. Ustedes saben que el respeto no es lo mío, pero hago mi esfuerzo.
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