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DENUNCIA DE UNA MADRE QUE PERDIÓ A SU HIJA POR NEGLIGENCIA EN EL AMEIJEIRAS

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Por Dr. Alexander Jesús Figueredo Izaguirre ()

(Con nombre y apellidos del médico implicado: Dr. Jordy Alonso Soto, gastroenterólogo)

En un país donde la salud se presume como bandera, hay madres que entierran a sus hijos no por enfermedades incurables, sino por indiferencia, por burocracia, por deshumanización.

Hoy compartimos el testimonio de una madre destrozada que exige respuestas, exige justicia y se niega a callar.

La historia que nadie quiere escuchar

El 6 de diciembre de 2024, esta madre ingresó a su hija de 20 años en el Hospital Hermanos Ameijeiras, con una hemoglobina peligrosamente baja y una pérdida de peso alarmante. Se le hicieron estudios, se le transfundió sangre y se le indicó tratamiento.

Sin diagnóstico definitivo, el 24 de diciembre le dieron el alta “temporal” para esperar los resultados de las biopsias. Regresó a casa, a Rancho Veloz, Villa Clara.

El 14 de enero de 2025, los resultados de la biopsia fueron negativos. Ella, madre preocupada, notando a su hija cada vez más deteriorada, rogó al médico Jordy Alonso Soto que reingresara a la paciente. Él, sin evaluar más allá de su escritorio, simplemente modificó el tratamiento y la mandó de vuelta a casa, alegando que “no podía hacer nada” y programando la próxima consulta para el 11 de marzo, ¡dos meses después!

Mi hija se muere

«Doctor, mi hija se me muere», le dijo entre lágrimas.
«Eso no es celiaquía, por favor revísela de nuevo.»
Y él, fríamente, se lavó las manos.

Pasaron las semanas. La muchacha comenzó a decaer más rápido: ojos amarillos, sin apetito, deshidratada.

La madre la llevó al policlínico de su localidad, donde apenas pudieron estabilizarla. Con urgencia, la llevó nuevamente a La Habana, al Hospital Ameijeiras, donde le negaron el acceso por no haber sido remitida por el médico, quien nunca le dio su número de teléfono, ni indicaciones de emergencia.

Al día siguiente, acudieron de nuevo. En la sala de gastroenterología, el médico de guardia no quiso atenderla ni ingresar a la paciente y la respuesta fue brutal: «Mamá, no me pongas esas precisas, si está mal llévatela para el Calixto».

¡Sí, así mismo! Una joven con hemoglobina en 4 y signos clínicos de gravedad es enviada por la madre, como si fuese un trámite de oficina.

En el Hospital Calixto García la reciben con lo poco que tienen, pero con algo que en el Ameijeiras ya parece haber desaparecido: humanidad.

Inician estabilización, pero recomiendan retransferirla al Ameijeiras por mejores condiciones… donde una vez más el Dr. Jordy Alonso Soto se niega, diciendo que “no tiene camas” y que regresen el lunes.

No hizo falta que llegara ese lunes. La muchacha falleció el 7 de marzo de 2025.

«¿De qué murió mi hija?»

Si todas las pruebas dieron negativas. Si no había diagnóstico. Si usted, doctor, no actuó con urgencia ni criterio clínico.

¿De qué murió? ¿De qué murieron tantas cubanas que ustedes abandonan con el sello de “alta médica”?
Murió de abandono. Murió de desidia. Murió de un sistema que está podrido hasta la médula.

No es un caso aislado

Es el reflejo de una medicina donde la burocracia y el desinterés han reemplazado la vocación.

Eso es lo que ocurre cuando los médicos se convierten en funcionarios. Cuando el paciente es solo un número, y la madre que suplica es solo una molestia en la agenda del consultorio.

Hoy esta madre denuncia. Y con ella, denunciamos todos.

¡Basta de impunidad! ¡Basta de médicos que no escuchan! çBasta de un sistema que ni responde ni siente!

Queremos justicia. Queremos nombres. y responsabilidad. Porque una joven de 20 años no debió morir esperando que alguien hiciera su trabajo.

«Donde hay amor por la medicina, también tiene que haber amor por la humanidad.»
Y usted, doctor… le falló a los dos.

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