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Por Arturo Mesa (…de la serie…(Los Atlantianos)
Atlanta.- Regreso a mi médico por un dolor en la muñeca; un golpe que me di. Voy a hacer mi cita y me encuentro con que mi doctora de siempre anda de vacaciones. ¿Y ahora qué hago? Pregunto porque entender este sistema es más difícil que la rotación de apagones en Guira de Melena.
Nada, me dice la secretaria, podemos remitirlo a una clínica cerca de usted y lo verá otra doctora. Ah muy bien, acepto.
Mi doctora principal –la de las vacaciones- es de origen africano. Se graduó en Morehouse cerca de aquí y trabaja en Emory Hospital, que viene siendo el hospital de más reputación por estos lares.
Me preguntó un día si bebía y le dije que una que otra cervecita a veces. Me dijo que si era una no había problemas y luego le dije que también tomaba bastante café y a eso, ni caso le hizo. Tranquilo me dijo, por ahí todo está bien.
Hoy, cuando entro a la clínica a la que me enviaron, me encuentro con mi doctora sustituta. ¡Rubia de ojos azules y pelo a lo Julia Roberts! Dulce y suave como ella sola. Profesional hasta más no poder. Yo me podía morir ahí mismo que ella iba a hacer que la muerte fuese apetecible.
Me preguntó si yo bebía y le dije que una que otra cervecita, y me dijo que nada de bebidas alcohólicas y que eso no estaba bien. Luego le dije que tomaba café y me dijo que siempre que fuese “descafeinado” no había problemas. ¿¡Descafeinado!? En serio. Asentí como para salir rápido del apuro y pasar a lo importante.
Ella diagnosticó, tocó, estudió y al final mandó un rayo x y una cita nuevamente en cuanto estuviese el resultado.
Yo hice mi cita y la demoré un poquito con toda intención, porque… ¿a que nadie me adivina a qué doctora voy a ir ver con los resultados? Y si sigue de vacaciones, pues la espero.