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Por Eduardo Díaz Delgado ()
En los últimos meses, hemos sido testigos de cómo varios exagentes y funcionarios del régimen cubano, que llegaron a Estados Unidos ocultando su pasado represivo, están siendo identificados y deportados.
Daniel Morejón García, exagente del Ministerio del Interior, fue arrestado en Miami por ocultar su afiliación al Partido Comunista y su participación en la represión del 11J en Las Cañas, en la provincia de Artemisa.
Eduardo Velázquez Infante, conocido como el “mayor Eduardo”, se autodeportó tras ser señalado como represor. Ingresó a Estados Unidos bajo el programa de parole humanitario, pero su pasado lo alcanzó.
Saúl Santos Ferro, exjefe de la Seguridad del Estado en San Cristóbal, fue deportado por fraude migratorio, pero el régimen cubano se negó a recibirlo, devolviéndolo a suelo americano en el mismo vuelo.
Estos casos evidencian una realidad incómoda: mientras algunos se burlan de las deportaciones, el régimen castrista se enfrenta a la contradicción de rechazar a sus propios exfuncionarios, y la economía cubana, dependiente de las remesas, sufre las consecuencias.
La justicia no es venganza; es memoria y respeto a las víctimas. Es muy bueno que se reconozca la verdad y se actúe en consecuencia.PD. El de la foto, viendo cómo se va poniendo negra «la cosa»