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Yoelbis Albelo ()
Matanzas.- El informe definitivo de la policía matancera sobre los incidentes ocurridos la semana anterior en el preuniversitario José Luis Dubroq, de esta ciudad, dejan dudas y hasta alguna pregunta que será difícil encontrarle respuesta.
Según el periódico Girón, el libelo de la provincia, que se hace eco del informe pericial a cargo de especialistas del ministerio del Interior, «una estudiante roció gas pimienta en la motorina de un profesor y ocasionó la inhalación de la sustancia en el Instituto Preuniversitario José Luis Dubrocq de Matanzas a varios alumnos», razón por la cual muchos, más de una docena, tuvieron que ser llevados a un hospital.
En Matanzas no hay sitio alguno donde se venda gas pimienta, una sustancia que ni los propios agentes del orden -voy a ser cuidadoso al referirme a la policía, aunque todos sabemos que no son agentes de nada y que solo están para cuidar a los dirigentes y las propiedades del régimen- tienen en su poder en muchas ocasiones.
Según la referida nota, «el director general de Educación, Edilberto Casanova Armenteros, informó que tras el trabajo pericial y la entrevista con estudiantes y maestros, se ocupó el spray y luego esclarecieron el hecho al determinar la sustancia y su origen».
El informe agrega que «luego la alumna le dio el spray a otro estudiante egresado de la escuela, quien lo aplicó en las afueras del centro. Este se lo devolvió a la joven a quien le ocuparon el embase con la sustancia».
El párrafo anterior me parece un poco enrevesado, pero teniendo en cuenta que lo pudo haber escrito un policía -un personaje de coheficiente de inteligencia demasiado bajo- lo puedo perdonar. Eso sí, los detalles del periplo del spray con gas pimienta se lo pudieron haber ahorrado.
La estudiante no dice de dónde sacó el frasco con el referido gas, pero, según la investigación, «refiere, que jamás imaginó que tuviera la connotación y el daño que le hizo a los compañeros, solo lo usó para molestar al profesor», según explicó Casanova.
Al mismo tiempo, y ya no sé si lo dice el director del pre, Girón o la policía, «los muchachos están sujetos a las medidas del reglamento disciplinario y a las pertinentes para estos casos, dado que se trata de una menor de edad».
«La estudiante tenía el gas para defensa personal, según explicó durante la investigación», dice el informe, que no aclara dónde se pueden conseguir esas sustancias para defensa personal, en un país donde escasea hasta el gas para cocinar, para no decir que no hay.
Luego viene una disertación sobre lo ocurrido: «el hecho ocasionó 35 estudiantes afectados que inhalaron el gas y les provocó vómitos, enrojecimientos, mareos y desmayos el viernes pasado en la ciudad de Matanzas».
Y agrega que «como consecuencia de ello cuatro estudiantes permanecieron en terapia Intermedia y otra veintena estuvieron ingresados en otras salas, los cuales recibieron el acta medica a las 24 horas en el Hospital Pediátrico Eliseo Noel Caamaño».
Eso sí, explica que «Peritos y directivos de Educación en la provincia se reúnen con maestros, estudiantes y padres de la escuela para explicar las causas del suceso y los detalles de la investigación».
Por último, habla del gas pimienta y dice que «cuenta con propiedades químicas irritantes. Este aerosol, contiene capsaicina, una sustancia química extraída de los chilis, diseñada para incapacitar temporalmente a una persona. Ella provoca inflamación de las membranas mucosas de la nariz, boca, ojos, pulmones y causa ceguera temporal, lagrimeo, ardor y
dificultad para respirar».
A mí, además de pésimamente redactado, con incongruencias y faltas de concordancia, el informe me deja muchas lagunas, porque, al final, nunca supe de dónde sacó la estudiante que odiaba al profesor el gas pimientas. ¿O es que acaso era hija de un policía que se lo facilitó para que hiciera lo que hizo? ¿O se lo tomó al padre, como pudo tomarle un arma y en lugar de rociarle gas pimienta, hacerle un disparo?
¿Es raro todo, verdad, o soy yo quien no se traga ninguna de las versiones novelescas de estos personajes de educación, el periódico y la policía?
Y aún me queda una duda: ¿Por qué cuando la policía le echa gas pimienta a las personas no hay que llevarlas al hospital ni internarlos en terapia intermedia? Hummm… ahí hay gato encerrado.