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Por Edi Libedinsky ()
La historia de David Reimer es uno de los casos más controvertidos y trágicos en la historia de la psicología y la medicina. Su vida se convirtió en un infame experimento que intentó probar que la identidad de género es solo una cuestión de crianza, un experimento que terminó en un desastre humano.
En 1965, en Canadá, nacieron los gemelos idénticos Bruce y Brian Reimer. A los 8 meses de edad, Bruce fue sometido a una circuncisión de rutina que salió terriblemente mal. Un mal funcionamiento del equipo de electrocauterización destruyó su pene. Los padres, devastados, buscaron ayuda y fueron referidos al Dr. John Money, un psicólogo de la Universidad Johns Hopkins y una figura muy influyente en la investigación del género.
El Dr. Money creía firmemente que el género no era innato, sino que se podía moldear por la educación y el entorno. Creía que «la crianza lo es todo». Convenció a los padres de Bruce para que aceptaran una solución radical: someter a su hijo a una cirugía de reasignación de género y criarlo como una niña. Su argumento era que, dado que Bruce era solo un bebé, no tendría recuerdos de su identidad masculina y podría crecer felizmente como una niña.
A los 22 meses de edad, Bruce fue castrado quirúrgicamente y, a partir de entonces, sus padres lo vistieron y trataron como a una niña, dándole el nombre de Brenda. El Dr. Money supervisó el caso, usándolo como prueba de sus teorías y publicando sus hallazgos como un éxito rotundo. Afirmó que Brenda era una niña sana y feliz, lo que se utilizó para argumentar que los niños que nacían con genitales ambiguos debían someterse a cirugías similares.
Sin embargo, la realidad de la vida de «Brenda» era muy diferente a las afirmaciones de Money. A medida que crecía, «ella» nunca se sintió como una niña. Rechazaba los vestidos y las muñecas, prefería los juegos más toscos y masculinos, y se sentía diferente y aislada. Sufría acoso escolar constante. Se sentía profundamente deprimida y confusa.
A los 14 años, después de años de infelicidad y confusión, sus padres finalmente decidieron revelarle la verdad sobre su nacimiento, el accidente y el experimento del Dr. Money. El alivio de la niña fue inmediato. Encontró una explicación a su dolor de toda la vida y, de inmediato, decidió revertir su transición. Se hizo llamar David Reimer.
David se sometió a cirugías para reconstruir sus genitales masculinos y comenzó a vivir como el hombre que siempre se había sentido ser. A pesar de esto, el trauma de su infancia lo persiguió por el resto de su vida. Se enfrentó a una profunda depresión, la pérdida de su matrimonio y la muerte de su hermano gemelo, Brian, que se suicidó a los 36 años debido a su propia lucha con la depresión.
El caso de David Reimer fue expuesto públicamente por el psicólogo Milton Diamond, quien demostró que el éxito del Dr. Money había sido un fraude. La trágica vida de David se convirtió en un testimonio de que la identidad de género es una parte innata e inmutable del ser humano, y no puede ser simplemente reescrita por el entorno.
En 2004, David Reimer se suicidó, a los 38 años. Su historia es un recordatorio sombrío sobre la importancia de la ética médica, la fragilidad de la identidad y la profunda conexión entre la naturaleza y la crianza. Su vida fue un trágico experimento que, a un costo humano inmenso, demostró que la identidad de una persona no puede ser simplemente asignada.