Enter your email address below and subscribe to our newsletter

CUBA TOMA DECISIÓN DESESPERADA Y ACUDE A CHINA PARA CONSTRUIR PARQUES SOLARES

Comparte esta noticia

Por Carlos Carballido (Especial para El Vigía de Cuba)

Cuba sigue peor que nunca en materia energética y ahora ha decidido apostar por la energía solar como su salvavidas o el clavo caliente del cual no tiene más remedio que colgarse.

La estrategia: firmar contratos con China para construir 55 parques solares que, en conjunto, sumarán 1200 megavatios (MW). Pero la pregunta clave es: ¿resolverá esto la crisis energética que azota al país? La respuesta, por ahora, no es tan clara y como dicta la misma historia, hay posibilidades muy remotas de que el Gobierno Totalitario pueda pagar los costos de ese proyecto.

El plan es ambicioso. La capacidad instalada de 1200 MW cubriría aproximadamente “la mitad de la demanda eléctrica actual” en Cuba, según revelaciones del Ministerio de Energía, lo cual reduciría las importaciones de petróleo que oscila entre los dos mil millones anuales como promedio.

Sin embargo, la realidad es que la crisis energética no es solo una cuestión de generación; también tiene que ver con infraestructura antigua, apagones frecuentes y una red en colapso, sin contar lo mala paga que son a la hora de cumplir compromisos financieros.

Las consecuencias y las secuelas

La construcción de estos parques puede aliviar parcialmente el problema, pero no garantiza un cambio radical ni inmediato. Además, la dependencia de China para financiamiento, tecnología y suministros plantea otra duda: ¿será suficiente para garantizar una solución duradera?

Para entender la magnitud, hay que ponerlo en perspectiva: Cuba necesita aproximadamente unos 2,400 MW para cubrir su consumo total, agravado en los últimos tiempos por la incorporación de 49 mil autos y motos eléctricas en el país.

Con 1200 MW en parques solares, estamos hablando de cubrir un volumen aproximado del 50% de esa demanda solo con energía solar. Es un avance importante, pero aún queda un largo camino por recorrer, y la mayoría de la red sigue siendo obsoleta y vulnerable,sin contar que los llamados anexos e infraestructuras de apoyo como transporte, mantenimiento y seguridad son tan inoperantes como inexistentes.

Para hacernos una idea clara, imagina el área que ocupa un campo de béisbol como el Latinoamericano. Para construir estos 1200 MW en parques solares, Cuba necesitaría aproximadamente 36 millones de metros cuadrados de terreno disponible y esa área podría contener  unos 2400 campos de béisbol.

Impactos colaterales que nadie quiere ver

Este tipo de proyectos, aunque verdes en apariencia, no están exentos de impactos negativos. La ocupación de grandes extensiones de terreno para unos 2 mil 200 millones de paneles solares requeridos en este proyecto lleva un altísimo riesgo ambiental a corto plazo, debido a lo altamente contaminantes cuando se deterioran al paso del tiempo.

Estudios en ese campo han podido comprobar que los impactos a mediano y largo plazo serían entre otros:

– Agravar la degradación del suelo y afectar ecosistemas frágiles.

– Desplazar actividades agrícolas y comunidades locales.

– Alterar cursos de agua y cambiar el paisaje, agravando problemas de erosión y escasez hídrica.

– Generar residuos y contaminación si no se gestionan adecuadamente.

Y en un país como Cuba, donde ya hay dificultades para mantener la infraestructura básica, estos impactos pueden ser aún más dañinos.

Puede Cuba pagar los costos de inversión

Hasta ahora Cuba se caracteriza por no pagar y aquí llega la parte más sombría. La inversión en estos parques solares, que podría ascender a unos 700 millones de dólares (considerando costos promedio de \$700,000 por MW), no es gratis. Si Cuba no logra pagar, las consecuencias serían duras pero improbables teniendo en cuenta que históricamente ha quedado debiendo una vela a cada santo que invierte en la isla.

Aun así, China deja claro en los contratos de inversión que, de caer en impagos,  puede aplicar algunas medidas como:

– Reestructuración de deuda: China podría renegociar los términos, extender plazos o reducir intereses, pero la deuda seguiría acumulándose.

– Transferencia de control: China podría tomar control de los parques, operándolos y vendiendo energía para recuperar su inversión.

– Venta de activos: En el peor escenario, los parques solares podrían ser vendidos a otros inversores o abandonados, dejando un impacto ambiental y social negativo.

¿Y si Cuba no puede pagar?

Y si Cuba no puede pagar, esa deuda podría ascender fácilmente a más de 1,000 millones de dólares en total, sumando intereses y costos de financiamiento. La economía cubana, ya golpeada por sanciones y crisis, estaría aún más vulnerable.

No sabemos bajo que acuerdos se firma este nuevo convenio. Los chinos no son tontos y saben de la pata que cojea la isla caribeña y no creo que se aventuren en un gasto que potencialmente no puedan recuperar.  Si han dado ese paso habría que preguntarse qué ganarán y qué estaría  dispuesto el régimen cubano a ofrecer.

La apuesta de Cuba por la energía solar a través de China es, sin duda, una medida desesperada para salir de su crisis energética. Pero no es la solución definitiva. La cantidad de tierra requerida, los impactos colaterales y el riesgo de impago plantean una serie de preguntas: ¿vale la pena apostar tanto en un proyecto con tantos riesgos? La historia aún no dice si esta estrategia será un éxito o un nuevo capítulo de endeudamiento y desilusión para la isla.

Deja un comentario