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Por Irán Capote ()

Pinar del Río.- Hablar de la playa de Bailén o de la playa de Boca de Galafre para cualquier pinareño es hablar con nostalgia de aquellos veranos de nuestra infancia y juventud para todas las generaciones que hoy coexistimos.

Hasta hace unos 10 o 15 años, la icónica playa ubicada en el municipio Guane, era un constante ajetreo de bañistas durante la etapa estival. Era económico y estaba al alcance de todos. Además, viajar era fácil, porque te montabas en el tren que salía desde la Estación de Pinar del Río y en menos de dos horas ya estabas en Bailén. Y regresabas de la misma forma. Aunque no era la única vía de acceso. Decenas de camiones y guaguas iban repletos de gente. Y aquellos que tenían suerte y podían reservar las típicas cabañas mediante sus empresas u organismos, podían pernoctar durante días. Era muy lindo.

La playa siempre estaba llena de gente, de quioscos, de vendutas, de pipas de cerveza y refrescos. La gente se resguardaba del sol bajo las sombrillas de guano, llevaban el almuerzo en pozuelos o apostaban a comprar lo que vendían las cafeterías, el restaurante de la playa o los disímiles timbiriches.

Había color. Y música. Y uno caminaba largos ratos por la arena, reconociendo amistades de aquí o de allá, o conociendo a otros nuevos. Porque Bailén era entonces un hervidero de gente de todo tipo.

Mis recuerdos de niño y adolescente

Ayer volví, después de muchos años, después de muchas mareas. Y aunque presentía que las cosas no estarían como antes, esperaba ver, al menos un poco de aquella dinámica y aquel color que marcó la vida de cada pinareño.

Pero no hay más que destrucción, silencio y soledad. Todas las instalaciones estatales están literalmente destruidas o en pésimo estado de conservación. Y hablo de escombros, de espacios cerrados y echados al abandono. Hablo de paredes mohosas y mucha maleza adueñándose de todo.

Están disponibles las cabañas, sí. Al servicio de las empresas que las atienden, pero no es la gran cosa.

Caminé por todo el borde la playa. De extremo a extremo y no vi ni una sombrilla de guano, ni un quiosco ni un Timbiriche… A penas dos o tres bañistas.

Lo demás era sargazo y silencio. Mucho silencio, porque además del abandono, están también los apagones que fustigan a los que han decidido hospedarse y cuando cae la noche aquello es una boca de lobo infestada de mosquitos.

Es doloroso verlo. Es doloroso pensar en cómo la destrucción se ha ido normalizando para los que gobiernan y deciden sobre estos espacios públicos imprescindibles para el esparcimiento en medio de una crisis interminable.

Todo es inflado o en pancartas

Y no creo que sea culpa del bloqueo. ¡Bien lo sabemos! Es culpa de la desidia, el desinterés y la “inflación de ideología comunistonga”, que afecta más que la inflación económica (Y mira que esta jode).

Ayer fue él el cumpleaños de Fidel. Y desde hace días llovían iniciativas de nuestros aguerridos jóvenes de UJC. Llovía la agitación y la propaganda de tipo: “En saludo a…” “En saludo a … el comité de base tal ha preparado una pintada de tizas en la acera… En saludo a… el comité de base tal ha preparado una velada, un concierto, un pintacaritas, una lectura de cuentos, una lectura de poemas, una escalada a la montaña, una bandera en sobre una palma, una impresión de fotos en una pared, un pica cake… “

En saludo a… Hiceron jornadas de recordación fugaces, efímeras. Para inflar todavía más su ideología. Mientras la destruccion y la maleza sigue apoderándose de todo lo que alguna vez fue hermoso y útil.

Nadie dijo: En saludo al cumple de Fidel, o en saludo a la esperanza, vamos a reparar lo que hemos ido destruyendo. En saludo al cumple de Fidel, vamos a caerle a nuestras playas con to. Y vamos a levantar los techos, a pintar, a crear , a devolver el color y la vida al verano de una isla…

Todo se quedó en pancartas.

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