Por Reynaldo Medina Hernández ()
La Habana.- Alguien a quien conozco, una buena persona, fue asaltado, robado y lesionado por un delincuente hace algunos meses, a las cuatro de la tarde, en el parque de la Normal.
Había muchas personas, como es de imaginar tratándose de un lugar tan céntrico y la hora del suceso. Pero nadie intervino, ni para ayudar a la víctima durante el asalto, ni para auxiliarlo después. En escasos minutos se esfumaron dos mitos muy recurridos de nuestra realidad: la tranquilidad en las calles y la solidaridad del cubano.
El pobre hombre hizo la denuncia en la unidad de la PNR correspondiente, donde, dicho sea de paso, no fue muy bien tratado que digamos. Hasta hoy, no ha recibido respuesta alguna sobre su caso.
Y después le ocurrió algo, que si está historia no fuera tan lamentable, podría resultar hasta gracioso: durante el asalto, el delincuente le arrebató la cartera donde portaba dinero, móvil y documentos, entre ellos, su carné de identidad.
Tuvo que ir a la oficina correspondiente para hacerse uno nuevo; todavía conservaba en su rostro las marcas de la golpiza recibida. Cuando le llegó el turno, después de una laaarga cola (ustedes saben), la funcionaria le dijo, con toda lógica: «Con ese hematoma no puedo retratarlo para la foto, venga cuando se le quite».
Transcurridos varios días, ya sin la marca, y luego de oootra laaarga cola, cuando se disponía a tomarse la foto, la funcionaria (no sé si la misma u otra), le dijo: «Usted no necesita retratarse, con la foto suya que tenemos en el sistema podemos hacerle su carné». ¡¡¡¿¿¿…???!!!
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