Por Leydiana Leyva Romero ()
Cuando te cuentan una tragedia, en tu mente parece distante, aunque le haya sucedido a un vecino querido o a un familiar. Hay cosas que no queremos saber, ciertos detalles que solo nos desvelarán o quitarán la tranquilidad del día más hermoso.
Ver una tragedia, ser parte de la tragedia, respirar esa tragedia magnifica el problema, al menos para las personas con sensibilidad.
Lo que le sucedió al niño cubano que fue tragado por la imponente fuerza de las aguas es una tragedia que hoy debería de ponerle los pelos de punta a todo el que haya visto el video.
Estamos cansados de desastres en la Isla, pero este realmente entra en otra categoría y lo que de él se desprende aturde más.
Es difícil sacar una nota al respecto, pero casi todas las informaciones oficiales que he leído intentan sacudirse la culpa, de una forma absurda porque no hay manera de salir ilesos de la muerte de un niño.
La alcantarilla abierta, ¿quién la dejó abierta? No fueron los padres del niño. Aunque hubiera estado cerrada, si hay un niño caminando por una zona de inundación todos deberían de alarmarse, pero es Cuba, Cuba todos los días se inunda, estamos ahogándonos a cada rato y ya nos parece lo más común.
El video fue tomado de forma casual, pero conscientemente subido. Alguien quería hacernos cómplices de la desgracia, y lo ha logrado. Ahora, hay quien ve una y otra vez el video como si de una película se tratara y vuelve a su vida normal con una naturalidad espantosa.
Lo más triste del caso es que por ahí en alguna parte de la Isla alguien le pasa por el lado a una alcantarilla abierta y ni la sombra de la desgracia le hace recordar lo que pasó hace dos días. Es imposible, porque ese accidente realmente estaba pronosticado desde hace tiempo pero nadie había estado justo en el lugar para tomar evidencia y para caer por el abismo.
No solo se fue un niño, se fue Cuba, caballero y hasta yo, desde la distancia siento culpa.
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