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CUBA INTENTA SALIR DE SU CUARTO APAGÓN TOTAL EN UNOS MESES

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La Habana.- Si algo está garantizado en Cuba es la oscuridad. Este viernes, pasadas las 8 de la noche, el país entero quedó a oscuras, por cuarta vez en cinco meses, con millones de cubanos atrapados en la misma pesadilla de siempre: el apagón eterno, el ventilador inerte, el agua sin bombear, los alimentos echándose a perder y la certeza de que nadie dará una respuesta coherente.

La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) emitió, como de costumbre, un comunicado de emergencia donde prometían soluciones, aunque todos saben que el problema es crónico. Lázaro Guerra, director de energía eléctrica del Ministerio de Energía y Minas, apareció en la televisión estatal con la misma retahíla de siempre: se estaban generando 225 megavatios para garantizar los servicios vitales, como hospitales y cadenas de frío. Pero más allá de esos números vacíos, la mayoría del país seguía sumido en una penumbra asfixiante.

El ministro del ramo, Vicente de la O Levy, intentó dar una explicación en la red social X: el apagón se debió a una avería en una subestación en los suburbios de La Habana. Ni una palabra sobre el estado calamitoso del sistema eléctrico, ni sobre las termoeléctricas obsoletas que apenas se sostienen con parches y milagros, ni sobre la falta de combustible que paraliza el país. La culpa, como siempre, la tuvo “una avería”.

El corte energético trajo consigo la consabida crisis del agua. Sin electricidad, no hay bombeo. Sin bombeo, no hay agua en los grifos. Y, como si fuera poco, las neveras comienzan su cuenta regresiva: unas pocas horas y el calor tropical se encargará de echar a perder cualquier alimento que todavía quedara en los hogares. La falta de electricidad en Cuba no es solo una molestia, es un atentado directo contra la supervivencia diaria.

LA ESTRATEGIA DE LA UNE

La estrategia de la UNE para restablecer el servicio consistía en crear ‘microsistemas’ de energía en algunas provincias, como Guantánamo, Santiago, Las Tunas y Pinar del Río, que luego irían reconectándose paulatinamente. Pero la realidad es que la red sigue siendo inestable, los teléfonos funcionan a ratos y el acceso a internet es un juego de azar. La comunicación, como el resto de la isla, está en coma intermitente.

Cuba sufrió tres apagones nacionales a finales de 2024, en octubre, noviembre y diciembre. Este es el primero del 2025, pero la crisis energética no ha dado tregua. En febrero, las autoridades llegaron al extremo de suspender clases y actividades laborales por dos días debido a la falta de generación eléctrica.

El déficit energético ha llegado a ser tan brutal que la UNE anticipó horas antes del apagón que el país necesitaría 3.250 megavatios en la hora pico, con un déficit de 1.380 megavatios. En otras palabras: casi la mitad de Cuba estaría sin luz, incluso antes de que ocurriera la avería.

Las excusas sobran. Que si la pandemia, que si las sanciones de Estados Unidos, que si las termoeléctricas tienen más de 30 años de explotación. La realidad es más simple: el sistema eléctrico es un cadáver que aún no se han decidido a enterrar. Mientras tanto, los cubanos seguirán en su día a día de improvisaciones, alumbrándose con la llama de una vela o el resplandor de la indignación.

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