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CUBA: CUANDO ALGUIEN PIDE LIMOSNAS

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Por Sayli Alba Álvarez ()

Santi Spíritus.- A veces quisiera ser como las personas normales, “esos seres extraños”. Ayer estaba esperando un café en una institución cultural que ofrece ese servicio y entró una anciana a paso rápido hasta mi mesa y me pidió diez pesos. Sin aun abrir la cartera me dice ¡Ahí viene el viejo detrás de mí!

Seguida de ella, exactamente, un señor mayor como ella pero mejor vestido y más erguido. ¡Aquí no puedes entrar a pedir dinero! Ya estaban dos billetes de a diez en mis manos y el anciano “¡Tienes que salir!”.

La enciana dijo que yo era su sobrina. “¡Pues si es tu sobrina que te dé el dinero en su casa!”.

Ahí respiré, subí los ojos, los bajé y me calmé porque mi hija me aconsejó mucho sobre mis reacciones. Dijo que yo era muy radical y muy fuerte con todos y que debía moderarme y eso salvó al anciano custodio de un gran problema conmigo.

Sin embargo, a él no le bastó y le dijo “¡No vengas más acá!”. A lo que ella contestó que no tenía casa y que dormía en los portales y que no tenía comida. “¿Y por qué estás en la calle?”, preguntó atrevido y mi mirada fue fulminante y mi respiración se agitó y me puse de pie. Entonces le puso la mano en la espalda y la acompañó a la puerta.

No juzgues a nadie. Cada cual tiene su historia, su pasado, sus errores, sus tristezas, cada cual carga su cruz. Ese custodio hubiese estado en apuros si yo le pregunto ‘¿y usted tan viejo por qué hace guardia?’.

Pero me cuesta herir, juzgar. No lo hagas tú y menos a un semejante. Todos no tenemos la misma suerte, las mismas oportunidades.

Otro detallito: ¡Todavía las instituciones son estatales y entra y sale quien le de la gana! No se les vaya a olvidar ese punto. ¡Mucho cuidadito’

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