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Por Anette Espinosa ()
La Habana.- Asesinan a un joven en Jovellano, Matanzas, para robarle una motorina. A un joven bueno, cuyo único delito era tener un medio de transporte, algo que se puede vender y hacer dinero. Nada más. Alguno, o algunos, lo asaltaron, lo asesinaron para robarle algo que en cualquier lugar del mundo no vale más de 500 dólares, aunque en Cuba pueda valer dos mil.
Hace un par de años, en Sancti Spíritus asesinaron a un profesor. A un hombre mayor, para robarle una vieja moto, cuyo valor ni imagino, pero le quitaron la vida y luego lo lanzaron a un pozo, donde apareció su cadáver muchos días después.
En Holguín, un chico salvó la vida milagrosamente luego de que lo machetearan para robarle un celular. Otro holguinero, de Velasco, no tuvo la misma suerte, fue apuñalado y murió, para robarle una bicicleta.
En Villa Clara, hace poco más de un año, un campesino fue degollado para quedarse con su caballo. Lo asesinaron, lo dejaron allí y se llevaron la bestia.
Un amigo que regresaba de México hace poco, tuvo que esperar toda la noche en el aeropuerto José Martí, por miedo a ser asaltado al salir de la terminal aérea, como le sucedió en una ocasión anterior, en la cual, por suerte, el vehículo en el que iba, pudo escapar a un atraco que pudo costarle la vida y lo que llevaba consigo.
Mientras estas cosas ocurren, mientras se suceden los asaltos a diario y la población atrapa a atracadores y ladrones, la policía no sale de sus cuarteles, porque no tiene gasolina, porque no hay personal, o porque las personas no son prioridad.
La prioridad, eso sí, es proteger al régimen, cuidar a la dictadura Castro-Canel. No hay combustible ni vehículos para que haya tranquilidad, pero sí para mandar a dos policías en un vehículo a la casa de Jorge Fernández Era cada 18 de todos los meses para evitar que salga a su habitual y tranquila protesta.
Lo mismo hacen con Miryorly García, a quien le emboscan motos y autos frente a su puerta para impedirle salir. Y lo mismo con las historiadores Alina Barbara López Hernández y Jenny Pantoja Torres. Incluso, a esta última y a Fernández Era les han mandado de Matanzas hasta La Habana en carros de patrulla con la única intención de impedir una protesta pacífica, lícita y legal.
Entonces, ¿hay o no hay vehículos y motos? ¿Hay o no hay carros patrulleros y combustible?
Claro que hay, pero el tema de las muertes, de los crímenes, de los asesinatos para robar, le conviene al gobierno, porque hace que la población sienta miedo, que se vea desprotegida y evite salir a la calle. Así funciona el castrismo. Así ha sido siempre, solo que ahora hay cosas que se les están yendo de las manos.
Los asesinatos de dos custodios en Santiago de Cuba, los de varios motoristas en aquella ciudad para robarles las motos, los feminicidios, algunos de ellos con ensañamientos, todo en los últimos días, forman parte de la larga cadena de crímenes sobre las cuales la prensa oficialista hace mutis total.
Ni el vocero policial, el desagradable Humberto López aparece para alertar a la población, él que tan instruido está sobre esos temas y que tanto defiende la labor de las hordas policiales castristas.
La violencia desmedida, en auge desde hace mucho, va tomando ribetes alarmantes, y en cualquier momento la casi siempre tranquila isla de Cuba se va pareciendo más al desvencijado Haití. Solo que acá lo hacen con la complacencia de la policía, o al menos con su silencio y su inoperabilidad.