Por Laritza Camacho ()
La Habana.- Llegó el día de romper la alcancía… Dicho y hecho: dinero en mano y sonrisas en el rostro.
Un solo comentario de mi madre: «Menos mal que la hicimos con moneda nacional. Si lo llegamos a hacer con chavitos -los desaparecidos CUC-, como tú querías, ahora nada de esto tendría valor».
Ni contamos los billetes. Fuimos directo al grano, el objetivo era comprar un refrigerador. Pero la realidad superó todas las expectativas.
El dinero había que cambiarlo… en la CADECA. Había que ponerse en una lista y esperar un año, sin embargo en el mercado negro, todo rápido pero por las nubes.
Decidimos ir al mercado negro.
El cambio no alcanzaba ni para comprar la tártara de hacer hielo del refrigerador.
– Olvídate del refrigerador, si total… nunca hay corriente -me dijo mi madre.
– Pero nada… busca un pedacito de cerdo y celebramos el 31.
Y ahí comenzó otra misión imposible…
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