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Por Cuba Ya
La Habana.- En medio de una de las rivalidades más tensas y peligrosas del siglo XXI, pocos recuerdan que Israel e Irán no siempre fueron enemigos. De hecho, durante varias décadas del siglo XX, ambos países mantuvieron una estrecha alianza estratégica que choca con la realidad má sactual.
Tras la Segunda Guerra Mundial y la creación del Estado de Israel en 1948, Irán se convirtió en el segundo país de mayoría musulmana en reconocerlo oficialmente.
En un Oriente Medio dominado por la hostilidad árabe hacia el nuevo estado hebreo, Teherán y Tel Aviv compartieron intereses comunes, colaboraron en inteligencia, petróleo y seguridad, y se posicionaron como socios frente a sus vecinos. Este capítulo olvidado de la historia revela cómo los giros geopolíticos pueden convertir a antiguos aliados en enemigos irreconciliables.
Por un lado, el sha Mohammad Reza Pahlaví (el último sha de Persia que reinó de 1941 hasta 1979), gobernaba Irán con una orientación muy prooccidental que buscaba la modernización del país. Por otro, la naciente república israelí necesitaba apoyos internacionales, especialmente en medio de un mar de países árabes con los que sus relaciones iban a ser tensas o directamente hostiles.
La política pragmática del sha lo llevó a establecer rápidamente relaciones no oficiales con el recién estado independiente, que, más adelante, se transformarían en vínculos de cooperación.
Israel, por su parte, de la mano de David Ben-Gurión, primer ministro de Israel, promovía la estrategia de aliarse con Estados no árabes del entorno regional con la intención de romper el aislamiento diplomático y forjar alianzas con países como Turquía, Etiopía o el propio Irán.
Su intención era tener la amistad iraní para contrarrestar el rechazo al nuevo Estado judío de sus vecinos árabes.