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¿Cuándo caerá la dictadura castrista?

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Por Joel Fonte

La Habana.- Alimentar el pesimismo, el desaliento, la derrota moral entre las fuerzas opositoras a la dictadura castrista es una estrategia de ese régimen.

El fin es claramente llevar al inmovilismo, a la inacción de quienes nos le oponemos.

Construyen, con su enorme maquinaria de propaganda y manipulación de la verdad, la visión de que ‘la revolución’ es irrevocable. Dicen que será eterna, y que lo será sobre todo porque cuenta con la mayoría aplastante de los cubanos…

¿Logra la dictadura esos fines?

Considero que confunde todavía hoy a muchísima gente, a cientos de miles de cubanos dentro del país y fuera de él. También confunde a millones de personas aún por todo el mundo.

Y cómo hace esto un régimen que está claramente colapsado, que no puede garantizar los servicios más básicos dentro de un esquema de economía estatalizada -que no comunista-. No produce nada, está endeudado y no tiene credibilidad para recibir créditos. Además, no provee siquiera generación eléctrica aún y cuando monopoliza ese sector.

Cómo lo hace frente a un pueblo que escucha a estos falsos gobernantes decir una mentira tras otra. La gente los escucha hacer promesas que jamás cumplen, que los ve robar ante sus narices. Se enriquecen, multiplican su corrupción, mientras millones sufren una miseria espantosa.

Lo logra, primero, invirtiendo millones y millones de dólares, sumas enormes de dinero y recursos, para estructurar sus campañas de desinformación.

Esas campañas abarcan no solo a los medios de comunicación masivos -radio, televisión, periódicos, literatura, teatro, cines-. Sino también a toda la infraestructura estatal que puede emplearse para estructurar y transmitir propaganda. Incluyen el sistema educacional, organizaciones sociales controladas por la dictadura, medios alternativos, la internet. Incluso hasta los muros de las calles y las calles mismas…

Todo sirve al mensaje propagandístico del castrismo

Logra todavía imponer su mensaje en la mente de miles debido a que el adoctrinamiento castrista ha alimentado esa inacción por largas décadas. Ha construido generaciones crédulas. También ha alimentado la tolerancia y la aceptación de injusticias y mentiras que provienen del Poder. Desde esas mismas aulas de las escuelas a las que fuimos todos a ser adoctrinados, no a recibir educación de alta calidad.

Pero, por sobre todo, lo logra porque no tiene un aparato de propaganda igualmente estructurado, organizado, que le haga frente.

Porque las redes sociales, a las que acceden cientos de miles de cubanos, no constituyen en Cuba la fuente de información primaria de la mayoría. Al contrario de otros países desarrollados. Estas redes transmiten mensajes que enfrentan al régimen, los cuales lo desmienten. Desnudan su manipulación, pero de forma errática, no dirigida uniformemente, no estructurada, organizada. Y la información, como herramienta de movilización, exige eso.

Sin embargo, el colapso de esa credibilidad artificial lograda por el castrismo a fuerza de mentiras, sobre todo en los últimos 10 años, se ha multiplicado significativamente.

Y no hay Poder que pueda ejercerse contra la voluntad de los gobernados.

Ni las más férreas dictaduras a lo largo de la historia se han sostenido sin apoyos. Porque la violencia y la represión no pueden abarcar a millones de personas cuando estas resuelven no tolerar más.

Cuba está, entonces, viviendo una etapa que concluirá con el fin de este régimen criminal, me atrevo a afirmar que a menos que mediado plazo.

El término será todavía más breve en la medida que la gente comprenda el Poder de su movilización, de su protesta. Será más breve cuando los cubanos entendamos nuestra fuerza colectiva y resolvamos ejercitarla.

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