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Por Ulises Toirac
La Habana.- La luna brillaba difusamente en medio de la negrura y el cielo parecía la tela de un vestido de lentejuelas. El cielo logra ponerse ese vestido cuando en la tierra no hay iluminación. En todo el planeta suele suceder en sitios muy poco habitados. O en Cuba.
El salitre, su olor penetrante, subía del mar y se internaba en la isla a pesar de los vientos nocturnos en su contra. En todo el archipiélago un silencio exactamente sepulcral. No se escuchaba ni el sonido de una cazuela.
Mariel dijo mirando a Matanzas.
— Psst.. Oyee… ¿Viste lo que dijeron anoche?
La Felton levantó la mirada con fastidio:
— ¿Qué te llama la atención de lo que dijeron que andas voceando por todo el cabrón archipiélago? ¿No tienes algo mejor que hacer?
— Quisiera pero estoy desconectada —respondió Mariel—. No veo un camión con combustible por todo esto, así que estoy de vacaciones sabe Dios hasta…
La central Matancera decidió responder al fin:
— Hija, lo de anoche: nada, que en tres años nos tiran en el cajón del olvido… —la Felton rompió a reír—. ¿Y a tí qué te da tanta gracia? ¡Yo lo veo muy malagradecido! Luego de toda la guerra que hemos dado, nos traicionan con unas plantas flacas de paneles…
— Me da gracia —interrumpió la burlona central del oriente— porque de aquí a tres años sabe Dios dónde está el petróleo, donde está el Gobierno, dónde estaremos nosotras… y lo más importante: dónde va a estar la gente a la que le tenemos que dar electricidad.
— ¿Tú crees? —se asombró Mariel—. Me parece apocalípticamente burlón tu comentario.
— Apocalíptica es la cosa, niña, deja de estar mirando pa tu zona económica que ni es zona ni sabe na de economía.
—Envidiosa —se rió Matanzas esta vez— porque no tienes ni zona ni Varadero.
—Pero tengo lo que tenía que tener.
—¿Qué cosa?
— ¡Nada! ¡Eso es lo que tenía que tener!
— En tres años… —siguió Mariel con la cantaleta.
— Atiende mi niña. No te estreses. Aquí no hay plan que dure tres años. ¡Ni cuando los quinquenios, que ya es mucho decir!
— «Las cambiantes y desfavorables condiciones en que vive el mundo y el cada vez más feroz bloqueo nos obligan a… » —dijo con un rintintín en la voz la central oriental.
— Caballero, yo estoy de lo más triste, pa que sepan.
— ¡Allá tu! Si quieres sigue renqueando hasta el 2028… Yo me voy pa España.
Mariel se quedó estupefacta. No podía dar crédito a lo que acababa de escuchar.
— ¿¡Que también te vas pal carajo!? ¿Tu? ¿Una central termoenergética?
— Hasta el último tornillo de las tuberías de las que nadie habla ya, mamita. Ya esto es insoportable. Debimos haber descansado hace diez años y mira pa esto por tu láif… ¡Dándola como el primer día con los achaques del último! Ne. Con la cantidad de piezas que me han puesto de la madre patria, clasifico. Así que mis papeles y a oxidarme en el mar Egeo.
— ¡Cucha eso, Matanzas!
— A mi ni me mires que van dos años que un americano trae un generador a Varadero ¡con el que me llevo de puta madre! Si regresa este año, nos casamos y me voy pal mismísimo carajo también. Con Trump o sin Trump, ganaremos la piración.
La central occidental estaba que le quería dar un infarto. Echaba más humo negro que la chimenea de Roma sin Papa.
— ¿Y esto qué cosa es? ¿Toelmundo traicionando?
— Como lo veo yo, a la que han traicionado es a mi, que me instalaron pa una cosa y me han obligado a hacer otra —ripostó la matancera—. Hace años yo debía ser museo ¿y aún trabajando pa poder ganarme los frijoles? Na. ¡Paso al doble nueve!
— ¡Que le acaben de dar un ostiazo al toro, chiquilla! ¡Y que vivan los Reyes, joder!