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Por Ulises Aquino

La Habana.- Las redes sociales se calientan ante las «nuevas» tarifas de Etecsa, los estudiantes universitarios protestan ante las nuevas medidas y rápidamente aparecen pruebas de la incitación del enemigo a una lucha de cuarta generación.

Todo indica según lo que desde el discurso oficial se expone, que las nuevas tarifas y el disgusto es provocado por el «enemigo».

La situación económica en la Cuba de hoy es el peor enemigo que pueda tener cualquier gobierno.
No se trata únicamente de las penurias, sino del acumulado de problemas que se han quedado sin resolver por décadas y los graves errores en la política económica lo que nos ha traído hasta aquí.

Analizar dónde han ido a parar los cientos de millones que ha generado Etecsa con recargas desde el extranjero durante muchos años sería una ardua tarea investigativa, aunque casi seguro la mayor parte de ese dinero fue a parar a las arcas del estado e invertido en las prioridades de cada momento, menos en la propia Etecsa, como mismo ha pasado con la generación eléctrica, con el agua, con el transporte público, con la libreta de abastecimiento, con la reparación de hospitales y escuelas, de las calles, edificaciones, de teatros, etcétera.

El problema real no son las tarifas de Etecsa, el problema es el hastío. Es la ausencia de un Plan Real para la economía nacional donde participe todo el pueblo, donde se escuche el clamor popular y se adopten los cambios estructurales necesarios en nuestra economía para el mejoramiento de la vida que muere a cada instante.

Se trata de la renuncia al centralismo y a una planificación pensada desde la miseria económica que cada vez tiene menos para repartir. Enemigo hoy, es todo aquel que no entienda la urgencia de un Proyecto de reconstrucción nacional. Que reprima el disenso y que no comprenda el derecho ciudadano a no estar de acuerdo y expresarlo públicamente, en privado o como lo entienda.

Es un derecho Constitucional. Cada medida que dañe la ya precaria vida cubana, es un enemigo más, y las medidas las toma el gobierno.

Resistir tiene un tiempo y un precio. Resistir no puede ser una forma de vida. Resistimos cuando tenemos la convicción de que un Proyecto mejor viene en camino y hacia ese propósito dirigimos nuestras energías.

No existe un Proyecto, el único proyecto visible es resistir. Con lo cual apenas necesitamos enemigos.

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