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Por Albert Fonse ()
Tengo decenas de razones para aborrecer el comunismo, pero hoy quiero hablarte a ti, comunista cubano de a pie. A ti que repites consignas sin entenderlas. Que sobrevives con lo mínimo mientras defiendes con orgullo un sistema que te pisotea.
No vengo a gritarte ni a insultarte. Vengo a decirte una verdad que deberías haberte dicho tú mismo hace tiempo: incluso para ti sería mejor que se derrumbe esta dictadura.
Ni tú, que la aplaudes y la justificas con disciplina, vives como los que te mandan. Eres un peón. Un número más. Un creyente útil para una casta que se burla de tu sacrificio mientras engorda en sus mansiones.
Ellos comen lo que tú no puedes comprar. Viajan con el dinero que a ti te falta. Sus hijos duermen bajo aire acondicionado, los tuyos bajo mosquiteros rotos, comidos por los mosquitos y sudando en medio de apagones interminables. Los tuyos emigran, enferman, mueren, y ellos celebran aniversarios de una revolución que hace décadas se pudrió.
Tus hijos y nietos no pueden “emprender” como Sandro Castro, ni tener un yate como el Cangrejo. A los tuyos; o a ti mismo, los ves cómo les decomisan viandas a carretilleros o les quitan lo poco que pescan con una cámara de camión, porque ni siquiera pueden alejarse mucho de la costa.
¿Has podido visitar un cayo? ¿O recorrer otras provincias del país? Los turistas conocen más Cuba que tú, comen mejor que tú, viven mejor que tú, tiernas derechos que tú . ¿Y aún así defiendes un país que se prostituye al primer extranjero que entra por el aeropuerto?
Lo que existe en Cuba es una estafa política disfrazada de revolución. Un cascarón ideológico que sirve de excusa para que una élite viva como millonaria mientras el pueblo, tú incluido, sobrevive como puede. No hay propiedad colectiva real, ni obreros controlando nada, ni democracia participativa.
Solo hay una élite cerrada que vive del cuento revolucionario mientras tú cargas con su fracaso. ¿Eso es socialismo? ¿Qué parte del “poder popular” te deja decidir algo? ¿Eso es igualdad? ¿Eso es justicia social?
El comunismo, al menos en teoría, prometía entregar el poder al pueblo. En Cuba, el pueblo nunca ha mandado. Todo lo controla una cúpula militar, ideológica y económica que no rinde cuentas a nadie. Tú denuncias o reclamas, y te golpean al igual que el resto del pueblo; no importa cuantos Primero de Mayos hayas ido y recuerda que son ellos los que ordenan la represión desde la comodidad de sus oficinas, con aire acondicionado y con un mojiyo en la mano, no el “imperialismo”.
Esto no es la dictadura del proletariado. Es la dictadura de los intocables. No hay ideología, solo hay negocio. Hay cinismo. Hay crimen organizado con himnos y banderas.
No me hables del “bloqueo”. Lo que te bloquea es la censura, la policía, los apagones, la escasez planificada y el miedo a hablar. Lo que te impide prosperar no es una sanción extranjera, sino la represión interna. Lo sabes, aunque te cueste admitirlo.
Lloras a escondidas. Maldices al PCC en silencio. Tienes miedo a la Seguridad del Estado, y temes que un día tus hijos repitan algo en la escuela de lo que escucho en casa.
Derrumba ese edilio de mentiras en el que has vivido décadas. No encuentras cómo justificar lo injustificable, porque simplemente no se puede defender lo indefendible. Sabes que los campos están abandonados. Que ya no se cosecha, que nadie quiere sembrar, que las tierras buenas están ociosas o llenas de marabú.
Sabes que mientras faltan casas, hospitales y escuelas, se levantan hoteles para turistas que ni tú ni tus hijos podrán pagar. Hasta los aborígenes que vivieron en esta isla antes de Colón comerciaban más, navegaban más y se movían más libremente que tú. Esa es la Cuba que te tocó defender: un país que produce menos que sus primeros habitantes.
¿Cómo explicas que no haya ambulancias ni transporte público, pero sí patrullas y autos para espiar y reprimir? ¿Cómo aceptas que falte el pan, pero sobren los escoltas?
Tú haces colas, ellos hacen negocios. Tú sobrevives, ellos se enriquecen. Cuando alguien alza la voz, tú te encargas de callarlo, porque así te entrenaron.
En una Cuba libre y democrática, el pueblo decidirá en las urnas. Pero incluso tú, que ahora tienes miedo, necesitas que se derrumbe tu amo. Porque solo entonces podrás mirar a tus hijos sin vergüenza y decirles que al fin decidiste despertar.
Te lo digo sin rodeos: si quieres una vida digna para los tuyos, si deseas comida sin tener que robar, libertad, futuro… entonces lo más seguro que ni comunista eres.
Eres un adoctrinado. Como lo son millones de cubanos, aunque cada día menos. Como lo fueron mis abuelos.
No defendiste una causa. Defendiste una estructura podrida. Fuiste el instrumento útil de quienes se burlan de tu miseria desde lo alto.
No hace falta teoría para ver la verdad. Solo hace falta mirar. Mírate. Míralos. Mira tu cuadra, tu salario, tu miedo. Mira lo que fuiste, lo que eres, lo que aún podrías ser.
No eres comunista. Nunca lo fuiste. Fuiste usado. Traicionado. Rebajado a herramienta del verdugo.
Pero aún estás a tiempo. Rompe el molde. Sal de la fila. No esperes permiso. Coge la calle. Levanta la voz. Que tiemblen los que te callaron. Que por una vez tiemble el poder, no tú.
Porque el que calla, se pudre y tú no naciste para pudrirte en silencio.