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Por Anette Espinosa ()
Carlos Manuel de Céspedes y Quesada (1871–1939) fue un político, diplomático y escritor cubano. Ocupó brevemente la presidencia de Cuba en 1933, durante uno de los períodos más turbulentos de la historia republicana.
Hijo del prócer independentista Carlos Manuel de Céspedes —el «Padre de la Patria»— y de Ana de Quesada y Loynaz, su vida estuvo marcada por el peso de su legado familiar. Además, su propia vocación de servicio público influyó, aunque su mandato presidencial duró apenas 23 días antes de ser derrocado por la llamada Revolución de los Sargentos.
Nacido en el exilio en Nueva York el 12 de agosto de 1871, Céspedes y Quesada nunca conoció a su padre. Su padre murió en combate en 1874 durante la Guerra de los Diez Años. Su madre, Ana de Quesada, también estuvo marcada por la lucha independentista. Capturada por los españoles mientras intentaba huir de Cuba, logró exiliarse en EE.UU., donde dio a luz a Carlos Manuel y su hermana gemela, Gloria Dolores.
Creció en un entorno cosmopolita, educándose en EE.UU., Alemania y Francia, donde se graduó en Derecho Diplomático. Su formación lo convirtió en un intelectual refinado, políglota y con una visión internacional que más tarde aplicaría en su carrera diplomática.
Como su padre, Céspedes y Quesada se unió a la lucha independentista en la Guerra del 95. Llegó a Cuba en la expedición del vapor Laureada y alcanzó el grado de coronel en el Ejército Libertador. Tras la guerra, se dedicó a la política y la diplomacia, sirviendo como:
Tras la caída del dictador Gerardo Machado, Céspedes fue nombrado presidente interino el 13 de agosto de 1933 . Fue una figura de consenso durante la mediación del embajador estadounidense Sumner Welles. Su gobierno intentó restaurar la legalidad constitucional:
Sin embargo, su mandato colapsó el 4 de septiembre . Una sublevación militar liderada por Fulgencio Batista lo derrocó, instalando la efímera Pentarquía y luego el gobierno de Ramón Grau San Martín. Céspedes, sin apoyo popular ni militar, se retiró a la vida privada hasta su muerte en 1939.
Aunque su presidencia fue breve, Céspedes y Quesada dejó una huella como intelectual y diplomático. Escribió biografías de su padre y ensayos históricos, y recibió múltiples condecoraciones internacionales. Sin embargo, su papel en 1933 quedó opacado por el surgimiento de Batista y los gobiernos revolucionarios que siguieron.
Hoy se le recuerda como un hombre culto y moderado. Estaba atrapado en una época de extremismos, cuyo destino reflejó las contradicciones de una Cuba en busca de identidad política.