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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- La Mesa Redonda sobre los programas sociales en la provincia de Camagüey revela tres insuficiencias del relato oficial sobre la vulnerabilidad. Estas son: deficiente medición, omisión de procesos sociales generadores de carencias básicas y despolitización de lo social.
Más allá de la cuestión de la utilización del término “vulnerabilidad”, en vez de “pobreza”, el dato oficial “beneficiarios de la asistencia social” permite calcular una tasa. Esta no solamente subvalora la “vulnerabilidad”, sino que parece poco razonable a nivel de provincias.
Un indicador que considere “vulnerable” solamente 3,24% de la población cubana despoja de credibilidad el relato oficial. Además, contrario a lo que pudiera parecer obvio, Guantánamo y Granma serían provincias con baja tasa de vulnerabilidad.
La “vulnerabilidad”, pobreza, o como desee llamársele, es masiva en Cuba. Por tanto, es erróneo el supuesto oficial de mitigarla con políticas compensatorias específicas. La causa es el desempoderamiento ciudadano en el mercado laboral y en el sistema de pensiones.
La actual respuesta gubernamental a la vulnerabilidad se da desde una “normalización” de la exclusión social. Es decir, la aceptación (no explícita) de que el sistema económico genera de manera regular restricciones a la participación en dinámicas básicas de pertenencia a la sociedad.
El enfoque oficial no asume como sujeto al ciudadano/trabajador con derechos laborales (salario y pensiones dignas) y con adecuada satisfacción de derechos no mercantiles (salud, educación). En cambio, se centra en el consumidor/hogar con acceso a un consumo mínimo.
Pudiera afirmarse que la visión gubernamental de “vulnerabilidad” despolitiza lo social. Reemplaza el principio de responsabilidad colectiva mediante la acción política capaz de transformar las causas de la exclusión. Hay una aceptación pasiva del tutelaje de un consumo básico.
Existen estudios en otros países que consideran que la exclusión social puede generar 3 tipos de respuestas: el conformismo, la emigración, y la trasgresión delictiva. En Cuba, esas tres respuestas son más fuertes que los programas sociales.