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Por Manuel Viera ()
La Habana.- Pasé varias horas en la madrugada buscando una foto como esta en la que ponía una piedra en un zapato. Entre los años 2019 y 2022 creé infinidad de grupos públicos de Facebook que aún existen como espacio de diálogo de los cubanos. Los administraba algún tiempo y luego los destetaba.
Para uno de ellos llamado «La piedra en el zapato» empleaba una foto donde usaba uno de mis zapatos de abogado en la Empresa AGESP UEB Servicios técnicos del municipio 10 de octubre. Se me extravío la foto original y tiene cierto valor sentimental para mí. Me gustaría mucho recuperarla. También tiene cierta historia aquella foto.
Resulta que cuando llegué a la empresa AGESP donde había que usar un uniforme que parecía de policía, con carácter obligatorio, el director de logística, un hombre al que todos conocían como Blanco me dijo:
– Abogado usted no va a usar botas. Yo le voy a conseguir unos zapatos muy bonitos.
Y se apareció dos días después con una especie de «bocaditos» militares que me apretaban los pies como el demonio. Por pena no le dije nada pues eran del número que le había dado, pero apretaban muchísimo.
Cada día cuando regresaba a casa en la tarde traía los dedos gordos hinchados y así fue siempre durante más de un año.
Resulta que un par de meses después de mi entrada a AGESP aquel flamante director salió de una reunión el viernes, y el lunes, tres días después, no regresó. Un misterio terrible cuando entré en la mañana, un ambiente raro había aquel lunes en la empresa. Blanco había publicado fotos y no estaba en Cuba. Sin decir nada a nadie se había ido con su familia para Brasil. Se había llevado consigo muchos secretos, mañas y artimañas de esas que es preciso entregar formalmente al sucesor.
Ese mismo día, reunión urgente del partido, reunión acelerada de la comisión de cuadros, reunión extraordinaria del consejo de dirección y unas horas más tarde allí estaba yo, con aquellos zapatos apretados elaborando una resolución para sancionar a Blanco a separación definitiva de la entidad.
El PCC no podía perdonar aquello. Buscaban y buscaban como sancionarlo. Finalmente le aplicaron la medida por violar el código de ética de los cuadros y no informar a su núcleo del partido de su salida al exterior.
Mientras elaboraba aquel disparate absurdo pero que abunda en las entidades solo podía pensar en que Blanco a esa hora estaría tomando caipirinha y bailando zamba mientras yo soportaba aquellos zapatos y aquel horrible uniforme que él me había entregado unos meses antes.
Luego de terminar aquel documento iba escuchando comentarios por los pasillos, comentarios de cuadros y no cuadros que decían… «¿bueno y a Blanco que daño le puede hacer esa medida?».
Mientras caminaba con dolor en mis dedos y escuchaba cabizbajo los comentarios de pasillo, intentaba poner cara de hombre serio mientras por dentro iba muerto de la risa.