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Por Edi Libedinsky ()
Buenos Aires.- «𝐁𝐞𝐥𝐥𝐞 𝐝𝐞 𝐉𝐨𝐮𝐫» (1967) es un drama psicológico dirigido por Luis Buñuel, basado en la novela de Joseph Kessel.
Protagonizada por Catherine Deneuve en uno de sus papeles más icónicos, la película sigue a Séverine Serizy. Ella es una ama de casa hermosa pero emocionalmente distante. A pesar de amar a su marido, es incapaz de conectar físicamente con él.
Buscando explorar sus deseos ocultos, comienza a trabajar en secreto en un burdel de clase alta durante las tardes mientras mantiene su respetable vida social.
La película mezcla fantasía y realidad, creando una narrativa ambigua y onírica que desafía las nociones tradicionales de moralidad y deseo.
Un elemento definitorio de «𝐁𝐞𝐥𝐥𝐞 𝐝𝐞 𝐉𝐨𝐮𝐫» es el enfoque surrealista de Buñuel para contar historias. Este enfoque deja gran parte de la película abierta a la interpretación.
Las experiencias de Séverine en el burdel, sus fantasías y su vida real se difuminan. Como resultado, dificulta distinguir entre lo que es real y lo que existe solo en su imaginación.
Buñuel, conocido por su estilo cinematográfico onírico, incorpora detalles sutiles pero inquietantes. Elementos como campanas que suenan sin explicación y fantasías extrañas se suman a la cualidad enigmática de la película.
La actuación fría pero fascinante de Catherine Deneuve captura perfectamente el conflicto interno de Séverine. Su personaje está dividido entre la decencia y el deseo, la represión y la liberación.
La interpretación contenida pero expresiva de Deneuve permite al público proyectar sus propias interpretaciones sobre su personaje, haciendo que su viaje sea aún más convincente.
La llamativa cinematografía y el elegante vestuario de la película realzan aún más su tono sofisticado pero provocador, convirtiéndola en un hito del cine europeo.
Tras su estreno, «𝐁𝐞𝐥𝐥𝐞 𝐝𝐞 𝐉𝐨𝐮𝐫» fue tanto controvertida como muy aclamada, ganando el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia.
Con el tiempo, ha sido reconocida como una obra maestra del cine erótico y psicológico, influyendo en innumerables cineastas.
Su audaz exploración de la sexualidad femenina y la interacción entre la fantasía y la realidad continúa generando debates. Esto consolida su lugar como una de las mejores obras de Buñuel.