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Por Manuel Viera ()
La Habana.- La imagen la publicó ayer un perfil muy seguido en Cuba, cuyo nombre no puedo mencionar porque me muele la ley de comunicación social y hasta el código penal.
En 1958, Cuba, aún en medio de una guerra interna, produjo 5.6 millones de toneladas de azúcar, que cubrian el consumo interno y permitia vender a los Estados Unidos millones de toneladas.
Luego de 65 años de revolución, de destruir más de 100 centrales azucareros de inicios de siglo, la mayoría de ellos heredados del capitalismo, sin apenas caña sembrada y con cultivos raquíticos e improductivos, Cuba produjo en 2024, a duras penas, unas 200 mil toneladas de azúcar. Esa cifra que está muy lejos de satisfacer el consumo interno, por lo que el país importa cientos de miles de toneladas de azúcar.
La Crystal Sugar Company ni siquiera es la compañia productora de azúcar más grande de los Estados Unidos. Tiene apenas unos mil 400 empleados fijos y unos mil más contratados de forma parcial y consigue una producción de unas 800 mil toneladas entre azúcar de caña y azúcar de remolacha.
Irónicamente, detrás de esa compañía hay muchas manos y experiencia cubana. Cuba pasó de vender millones de toneladas de su cuota azucarera a importar azúcar, cientos de miles de toneladas producidas eficientemente en lugares tan pequeños como Belice o Guyana, incluso en los propios Estados Unidos.
Es irónico, es doloroso, es inexplicable, pero es una verdad tan grande como una casa. Un cubano, habitante del que una vez fuera el paraíso más dulce del mundo, hoy paga más cara el azúcar que el ciudadano americano o de muchos países del orbe.
En Estados Unidos, una libra de azúcar está valorada en unos 60 centavos de dólar, un cubano paga hoy un dólar y hasta más por la misma libra de azúcar.
Luego salen los eruditos cubanos a hablar de mentalidad importadora, a culpar a las
Cada empresa cubana envía anualmente un plan económico que es aprobado, directa o indirectamente, a nivel del Ministerio de Economía y Planificación. En dependencia de cual sea la subordinación de la entidad, en ese plan es aprobado cada inversión, cada peso que se importa.
Con esos planes se elabora el plan que luego discute y aprueba la Asamblea Nacional, o sea se sabe cuánto se aprueba a importar para cada sector de la economía antes de iniciado cada año. Es decir: las políticas se trazan al más alto nivel administrativo, economía planificada le llamaba Guevara… economía centralizada le llaman los teóricos.
Es ilógico responsabilizar a las empresas de lo que se aprueba y decide por otros. Es inaudito que se traslade la responsabilidad a quienes no son más que peones en el juego de ajedrez de la economía cubana.