Enter your email address below and subscribe to our newsletter

AQUELLAS SAGRADAS MADRES

Comparte esta noticia

Por Esteban Fernández Roig

Miami.- Las madres vivían totalmente ajenas a las actividades sexuales de sus hijos varones. No preguntaban, no se interesaban, no aconsejaban; ese era un tema tabú para ellas.

Al mismo tiempo, nosotros manteníamos absoluta discreción al respecto. No era como íbamos a La Habana a la calle Pajarito, al barrio La Victoria, y regresábamos dándole detalles “a mami” sobre nuestra visita.

Sin embargo, eran las primeras en notar nuestros cambios de actitud, basadas sobre todo en nuestra nueva pulcritud…

Lo primero que las escuchamos era quejarse con nuestros padres de: “¡Este muchacho se encierra en el baño por una hora. No escucho a la ducha andando!”

Tremenda pena pasamos cuando el padre burlón responde: “Sí, voy a tenerle que poner un cascabel en la muñeca a ese niño”…

Y de pronto se quejan con cierta alegría de lo contrario: “Este muchachito que me costaba tremendo trabajo que se bañara y que andaba con peste a timón de guagua. Ahora se baña dos veces al día”…

El padre se ríe y responde: “No, y eso no es todo, ayer me pidió que le echara unas gotas de Guerlain a su pañuelo”…

Esas madres que se han mantenido ajenas a nuestra sexualidad de pronto le dicen a las vecinas: “Yo creo que mi hijito está de lo mas embulladito. Puede ser con una vecinita”…

Tendría yo unos 12 años cuando escuché a mi madre diciéndole -a través del muro que separaba nuestras casas- a su vecina Tina González: “Yo creo que a Estebita le gusta una de tus hijas. No sé si es Estrellita o Eugenita”…

Tina le preguntó: “Ana y ¿cómo tú sabes eso?” Y mi mamá le respondió : “Oh, porque hasta desodorante se está poniendo cuando las ve pasar”…

Cuando -muchísimos años más tarde- llamé a mi madre en Cuba para anunciarle que iba a casarme, ella hizo un largo silencio. Al fin me dijo:

“Voy a pasarle el teléfono a tu padre para que él te explique lo que debes hacer la noche de boda”…

Deja un comentario