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AQUEL KO DE CALAGHAN A HEMINGWAY

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Historias de la Literatura
La Habana.- Hoy les contaremos una pelea de boxeo que tuvo como protagonista a Hemingway, al escritor canadiense Callaghan, y que el árbitro fue el mismísimo Scott Fitzerald.
Hemingway y Callaghan se conocieron trabajando para el periódico Toronto Star y se hicieron amigos. Años después, Callaghan lo visitaría en su casa de París. En esta visita, Hemingway le preguntó si alguna vez había boxeado, cuando el canadiense le respondió que sí, Hemingway sacó un par de guantes y exigió una prueba en la misma sala.
Callaghan se puso los guantes e hicieron un poco de sparring.
«Sólo quería saber si habías boxeado», le dijo Hemingway. «Puedo ver que lo has hecho».
Luego invitó a su amigo a entrenar con él en el gimnasio al que concurría y ambos comenzaron a hacerlo con regularidad.
Cuando llegó Fitzgerald a París, preguntó si podía unírseles. Así fue como se estableció el encuentro de boxeo más grande de la historia de la literatura contemporánea.
Una tarde, Hemingway le dio un reloj a Fitzgerald y pautaron una pelea con Callaghan a rounds de tres minutos con un minuto de descanso.
Cuenta Callaghan: «Nuestro primer round fue como cualquiera de los otros rounds que tuvimos ese verano».
En el segundo round «Ernest se volvió descuidado y recibió un golpe en la boca. Su labio comenzó a sangrar».
«Luego Ernest, limpiándose la sangre del labio con los guantes, y probablemente descuidado por la exasperación y humillación de tener a Scott ahí, se acercó de un brinco hacia mí. Adelantándome, lo conecté primero. Le di un fuerte golpe en la barbilla; se fue al suelo dando la vuelta y cayó tendido de espaldas».
En ese momento, Fitzgerald se dio cuenta de que el round había durado un minuto extra.
«‘¡Por Dios!», gritó Ernest. Se levantó. Estuvo en silencio durante algunos segundos. Scott, mirando el reloj, estaba callado y perplejo. Deseaba estar a kilómetros de distancia. «Está bien, Scott», dijo Ernest salvajemente, «si quieres ver que me partan la cara, tan sólo dilo. Pero luego no digas que lo hiciste por error'».
Hemingway nunca perdonó a ninguno de los dos por aquella tarde. Su amistad con Fitzgerald se terminó ese día y su relación con Callaghan se volvió tensa.
Años después, Hemingway aseguraría que aquél round duró 13 minutos (!) y que él había bebido varias botellas de vino antes de la pelea.

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