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Antonio Rodiles y su proyecto Estado de SATS

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Por Jorge L. León (Historiador e investigador)

Un llamado a la cordura y a la madurez política

Houston.- Antonio Rodiles, nacido el 21 de julio de 1972, es un opositor cubano. No haré nada para desacreditarlo, porque entiendo que esa no es la tarea de un verdadero opositor ni de un caballero. No tengo pruebas para descalificarlo como tal, y mientras no las tenga, lo consideraré un patriota que lucha por la libertad de Cuba.

Rodiles es un hombre culto. Estudió Física en la Universidad de La Habana, obtuvo una candidatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y una maestría en una universidad de la Florida. Pocos opositores cubanos poseen un currículo tan meritorio.

Sin embargo, estudio y cultura no bastan para alzarse con una convocatoria libre de errores o de pasiones. En esta lucha nadie está exento de equivocaciones; todos aprendemos de los golpes, porque enfrentamos una maquinaria criminal con vasta experiencia en dividir, desprestigiar y calumniar a todo aquel que ose desafiar a la dictadura comunista.

Pero hay errores y errores. Los que se alinean con el discurso del castrismo son imperdonables. En los últimos tiempos, hemos visto al señor Rodiles manifestar graves acusaciones contra figuras como José Daniel Ferrer, Rosa María Payá y otros opositores de larga trayectoria. He leído también juicios suyos sobre las Damas de Blanco que prefiero omitir, por su carácter ofensivo y racista.

Un llamado a la madurez política

Mi intención con estas líneas no es atacar, sino llamar a la cordura. Es un llamado a la madurez política, a comprender que la disidencia no puede alimentarse de la desunión ni de las querellas personales. Entrar a cuestionar a un hombre que —como Ferrer— se ha podrido en las cárceles castristas no da mérito alguno; al contrario, debilita la causa común y fortalece al enemigo.

Martí, refiriéndose a uno de los suyos, escribió: “Tiene tanta fuerza en su brazo como en su mente.” Ni Maceo ni Crombet fueron hombres de títulos, pero sí de honor y entrega. En ellos no hubo espacio para la envidia ni para la desconfianza entre hermanos de lucha. Cada cubano digno tiene su lugar, sus méritos, sus defectos y sus pecados; pero mientras esté del lado de la libertad, merece respeto.

¿Hay traidores? Sí. Y a esos, a los que sirven al régimen o lo encubren, hay que denunciarlos sin vacilación. Pero atacar a un opositor, sembrar cizaña y reproducir las calumnias de la Seguridad del Estado, eso sí es imperdonable.

Aquí en el exilio, algunos de los seguidores de Rodiles han repetido sus ataques con epítetos terribles, denigrando a otros opositores. Lo hacen siguiendo su ejemplo, y la pregunta inevitable es: ¿a quién ayudan? ¿A la causa de Cuba libre o al discurso que la tiranía necesita para desacreditarnos a todos?

La fuerza del oprimido es su verdad

Yo, personalmente, no comparto muchas de las actitudes del señor Rodiles. Algunas me disgustan profundamente, otras las desapruebo por carecer de limpieza y de honestidad. Pero no las uso como armas, porque todavía lo considero un hombre que lucha contra la infamia comunista, y respeto eso.

La oposición cubana no puede seguir repitiendo los métodos del castrismo: el linchamiento moral, el chisme político, la descalificación fácil. Como escribió Vaclav Havel, otro hombre que conoció la cárcel y la represión: “La única fuerza del oprimido es su verdad; si la prostituye en la mentira del poder, ya ha perdido.”

Esa verdad debe ser el hilo que nos una.

Por eso, este texto es un llamado a la concordia, a la mesura y al amor por Cuba.

No perdamos el rumbo. Dejemos de sembrar discordia. El enemigo es uno solo, y sigue en el poder.
Ya habrá tiempo, en una Cuba libre, para ajustar cuentas y aclarar diferencias. Hoy la prioridad es vencer juntos la noche larga de la tiranía.

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