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Por Datos Históricos
La Habana.- La vida de Marianne Faithfull se cantó con la voz quebrada de quien ha visto la luz… y también la sombra. Nació en Londres, con sangre noble y alma libre.
A los 17 años, su voz dio vida a As Tears Go By, la primera canción compuesta por Mick Jagger y Keith Richards. De pronto, la adolescente tímida se convirtió en un ícono del Swinging London: bella, elegante, irresistible.
Pero tras el brillo vino el silencio. Las adicciones, la indigencia, el dolor. Durante años, Marianne vagó por los márgenes, convertida en el eco de lo que había sido. Hasta que regresó.
En 1979, con Broken English, levantó la voz… y el mundo escuchó. Ya no era la chica dulce de los sesenta, sino una mujer que había pasado por el fuego.
Su voz era áspera, imperfecta, viva. Y en esa imperfección estaba su verdad. Marianne Faithfull no volvió a buscar la fama: volvió a encontrarse a sí misma.
Cantó sobre la pérdida, la rebeldía, la ternura. Fue actriz, poeta, inspiración.Y hasta se dio el lujo de interpretar a Dios con un guiño irónico en Absolutely Fabulous.
Su legado vibra en las voces de quienes entienden que la belleza no siempre nace de la armonía, sino del caos.
Patti Smith, PJ Harvey, Nick Cave… todos escucharon en ella una lección:
que la vulnerabilidad también puede rugir.
Marianne nos enseñó que no hace falta ser perfecta para ser eterna.
Su vida no fue fácil, pero fue poética.
Y su voz —esa voz rota y luminosa— sigue recordándonos que hay melodías que solo pueden nacer del dolor… y de la valentía de seguir cantando.