Por Edi Libedinsky ()
Buenos Aires.- La relación entre Alain Delon y Romy Schneider, tanto dentro como fuera de la pantalla, es una de las historias de amor más famosas del cine europeo, desde que se conocieron por primera vez en 1958 en el set de Christine, donde su química era innegable.
Delon era apenas una estrella francesa en ascenso, y Schneider, ya celebrada por su papel como la emperatriz Elisabeth de Austria en la trilogía Sissi, rápidamente se convirtieron en una pareja adorada.
Sin embargo, su romance fue tumultuoso. El encanto melancólico y la naturaleza rebelde de Delon contrastaban con la imagen refinada y aristocrática de Schneider.
Después de cinco años de una relación apasionada pero complicada, Delon puso fin a la historia en 1963, dejando a Schneider con el corazón roto. A pesar de su ruptura personal, ambos mantuvieron una estrecha amistad a lo largo de sus vidas, y su colaboración profesional continuó, siendo la más notable la película La Piscine de 1969.
La Piscine ejemplifica su dinámica compleja. El personaje de Delon, Jean-Paul, es frío y distante, mientras que Marianne, interpretada por Schneider, irradia una profundidad emocional que refleja sus personalidades en la vida real. La tensión, el erotismo y la intensidad emocional de la película se ven intensificados por la historia compartida entre las dos estrellas, convirtiéndola en una experiencia cinematográfica inolvidable.
Aunque su relación romántica terminó, el vínculo que compartieron perduró. Delon se vio profundamente afectado por la trágica muerte de Schneider en 1982, a los apenas 43 años. A menudo hablaba de ella con gran ternura, y de muchas maneras, su historia de amor trascendió la pantalla, convirtiéndose en parte de la mitología del cine.
Su tiempo juntos representa no solo un momento clave en la historia del cine europeo, sino también un capítulo icónico y duradero en sus vidas.
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