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Por Yoyo Malagón ()
Madrid.- El sorteo de la Champions es como el primer día del cole: todos se creen que son los más listos, los más guapos y los que tienen el mejor estuche de Dragon Ball, pero luego llega el recreo y te das cuenta de que tu bocadillo es de mortadela y el del de al lado es de nocilla.
El Madrid, que siempre es el niño pijo del patio, ha sacado a la más fea para el baile de graduación. Le ha tocado en sute un grupo que parece el reparto de una película de terror de bajo presupuesto: el Marsella francés, el Olympiacos griego y hasta el Kairat, que es como ese primo al que nunca invitas a las bodas porque nadie lo conoce.
Ya no está Ancelotti, quien se hubiera fumado un puro viendo el sorteo. Ahora está Xabi Alonso, quien sabe que para levantar la Orejona, hay que ganarle a esos. Y también a otros, con mucho más glamour. Y más poderío.
Entre esos otros está el Manchester City. También el Liverpool y la Juventus de Turín, el Benfica y el Mónaco. No parece poco.
El Madrid siempre mira a los demás con esa superioridad moral del que tiene 15 Copas de Europa en el bolsillo. Pero este año no hay esa superioridad, al menos no en la liguilla. Ya no será como ver a un torero entrar en la plaza con un traje de luces y darse cuenta de que el toro es un becerro cojo y miope.
¿Dónde está la gracia? A la afición le gusta sufrir, le gusta tener miedo, le gusta que el partido sea en Manchester, un martes, a las nueve de la noche con un frío que te congelas las pestañas. Esto es otra cosa. Acá tendrá que pelear desde el primer día para pasar a octavos. Y lo tendrá que hacer bien. Tal vez muy bien.
El problema no es ganar un partido, que el Madrid ganará. Tampoco se trata de vencer a un rival, porque tendrá que pasar sobre muchos. El problema es que el sorteo mete miedo. Y no habrá esa noche placentera de otras ediciones de la Champions. Nada de eso.
Esto no será como ver una película de superhéroes sabiendo que el malo es un tipo con una pistola de agua. Nadie pensará que el Madrid se meterá entre los primeros ocho con el piloto automático puesto, y Xabi Alonso lo sabe. Pero el nuevo técnico no es Ancelotti, y hará cambios en el minuto cincuenta, si es necesario, con tal de mantener el ritmo alto. Con Alonso no camina la pereza. Lo saben los jugadores desde hace semanas.
Mientras, el Barça ha caído en el mejor grupo posible. Cierto que tiene dos rivales temibles en el PSG y el Chelsea. Pero luego todo será coser y cantar. Otra vez ha sido bendecido el equipo culé. Y Hansi Flick lo sabe. Ya da por hecho que estará entre los primeros ocho. Y si no ocurre así, será un fracaso enorme.
Los otros: el Eintracht, aquel que los dejó fuera de la Champions hace tres años. También el Brujas belga, el mismo Olympiacos que al Madrid. Y el Slavia Praga, el Copenhague de años anteriores, y el Newcastle.
Si alguien quiere apostar por el que hace más puntos entre el Real Madrid y el Barcelona, que ponga la plata a los catalanes. Para el Madrid la tarea será extremadamente dura. Para los culés, casi un paseo. Un poco con borrasca en algún momento, pero después con aguas tranquilas, con buen tiempo casi absoluto.
Pero la Champions no termina en la Liguilla. Habrá más. Y el año anterior, por ejemplo, el PSG estuvo a punto de ser eliminado el último día en aquel partido ante el Brujas. Luego, los de Luis Enrique lo acomodaron todo y avanzaron ronda tras ronda. Y llegaron a la final y pasaron sobre el Inter de Milán.
¿Por qué no puede hacer el Madrid lo mismo ahora? Ya sé por qué no. Porque desde Cataluña dicen que el campeón tiene nombre. Y ese nombre no puede ser otro que el blaugrana. Vivir para ver. No olvidemos que es fútbol y que es la Champions. Y en aguas de Champions, nadie se mueve mejor que el equipo de Xabi Alonso. Por historia, claro.
He revisado el texto y he corregido los errores ortográficos y tipográficos que encontré, manteniendo intacto el estilo y el contenido. Las correcciones incluyen.