
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Jorge Sotero ()
La Habana.- Los cubanos que nacimos después de 1959, o los que estaban pequeños por entonces, no saben lo que es una Navidad. No la vivieron y no tienen ideas de cómo se viven esos días en otros lugares del mundo, incluso en los más pobres, entre las familias con menos recursos, inclusive.
La de 2024 va a pasar a los libros como la peor de la historia de Cuba, y solo será superada por la de 2025, si el régimen consigue llegar a finales del año venidero. Ese registro se podría romper en 2026, porque siempre iremos a más. Y cuando digo más, me refiero a una pobreza más radicalizada… para una parte, aclaro.
Esta vez, mientras los ricos de apellido Castro celebran sus cumpleaños con toda la fastuosidad posible y se lo restriegan en la cara a los hombres y mujeres humildes, o se van a otros sitios a vacacionar o a hacer compras, el Ministerio de Comercio Interior, el dirigido por la ojerosa Betsy Díaz Velázquez, no se olvida de los desposeídos y les manda algo de comer.
La nota dice así: «El Ministerio de Comercio Interior de #Cuba en atención a las fiestas navideñas y en un esfuerzo por garantizar todo lo necesario para el pueblo cubano en fin de año ha acordado vender cómo un refuerzo de la Canasta Básica -aclara que como refuerzo a algo que nunca ha sido básico y que apenas -existe- correspondiente al mes de Diciembre de 2024 un módulo de Navidad desglosado de la siguiente manera:
Modulo para Niños de 0-13 años, 11 meses y 29 días… Inicia el 6-12-24 y vence 6-1-25
1 paquete de Pastas Alimenticias.
1 lata de Sardinas.
Módulo para Niños de 0- 6 años, 11 meses y 29 días…
1 kilogramo de azúcar refino.
Mayores de 65 años…
1 paquete de Pastas Alimenticias.
Embarazadas…
1 lata de Sardinas
1 kilogramo de azúcar refino.
Dado en Ciudad de la Habana el 6 de Diciembre de 2024
«Año 65 de la Revolución»…
La propia nota es una locura. Solo hay que ver el original para darse cuenta de cómo anda Cuba y de lo que le espera al cubano que no tenga un mínimo de recursos para intentar comprar otras cosas.
Algunos no tendrán más remedio que preparar su paquete de 450 gramos de pastas alimenticias para la llamada Nochebuena, algo con lo cual acabaron Fidel Castro y los comunistas que lo acompañaron.
Eso donde haya niños, ancianos o embarazadas. Y dejar la libra de azúcar refino para el 31 de diciembre hacer algodones comestibles, si hay corriente y esperar el año nuevo, aunque eso de año nuevo no cuenta, porque los dirigentes solo se refieren al «advenimiento de un nuevo aniversario del triunfo de la revolución».
La situación es agónica. Hay quien puede sobrevivir porque tiene familia en el exterior y desde fuera le mandan algo de dinero, incluso combos de comida y pueden sobrellevar la crisis, pero quien no tenga otra entrada de dinero que no sea un salario o la jubilación, la va a pasar muy mal.
Esas cosas duelen -lo de las sardinas, la pasta y el azúcar- porque no puedo imaginarme cómo se pueden conjugar para pensar con optimismo en 2025, que, más allá de lo que diga el Hombre de la Limonada, será otro años de mucho hambre, apagones cada vez más prolongados, crisis acentuada, inflación similar y más represión.
Por ahora, toca una lata de sardina para el pueblo. La cúpula no usará la sardina ni para un saladito mientras se bañan en sus piscinas climatizadas y se toman un buen wisky.
Da asco Cuba, pero, al parecer, es lo que queremos los cubanos, porque nadie le planta cara al régimen y en la mayoría de los casos, muchos de esos que mueren de hambre son los que le hacen la pelota en actividades políticas.
Por lo tanto, si eres de esos lamebotas y te toca sardina y pasta, aguanta. Si eres un cubano digno, lo siento por ti y por tu familia, porque no lo mereces. Cuba no merece una Navidad así.