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Por Reynaldo Medina Hernández
La Habana.- Aunque eso de «La otra» suene a bolerón de victrola y cantina, la cosa no va por ahí. Alguien muy apreciado por mí, me sugirió que «mi próxima publicación tenga como tema la ingeniosa croqueta de plátano». Sugerencia aceptada.
Para hablar de ese engendro primero hay que hacerlo de quien detenta su maternidad: la producto-ministra de Comercio Interior. La llamo así porque esta señora cada vez que se refiere a los productos que venden por la canasta familiar normada… repito, canasta familiar normada, no «canasta básica». No sé si con el propósito de hacer méritos o congraciarse con alguien de arriba, dicen muchos dirigentes, periodistas y presentadores de televisión, y también el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Como no necesita nada de lo anterior, no sé por qué le sigue diciendo así.
Según el «Diccionario» de la RAE: básico,ca. 1. Que tiene carácter de base o constituye un elemento fundamental de algo. //. Está claro que las tres o cuatro cosas que (todavía) venden por la libreta de racionamiento no clasifican en esta definición. Usted, para evitar estas discusiones filosóficas, dígale como toda la vida: «las cosas por la libreta» o «los mandados de la bodega».
Perdonen la necesaria digresión, pero es que me jode. Esta señora, cuando se refiere a estos alimentos, en lugar de decir como cualquier persona normal: arroz, chícharos, aceite, siempre dice, de manera mecánica, aburrida, machacona: «el producto-arroz», «el producto-chícharos», «el producto-aceite».
Esta producto-ministra -para ahorrar espacio digámosle familiarmente prodmin-, que suena a medicina, de las amargas-, ya se ha hecho «célebre» por soltar, que yo recuerde, tres perlas. Y, no son esas «que guardas con esmero en tan lindo estuche de peluche rojo-, ni ninguna es la que tiró al mar aquella mora de Trípoli.
La primera fue que no se estaba distribuyendo el producto-chícharo porque los ríos de Canadá estaban congelados. Y siguen y seguirán, al parecer. Algo no cuadra, ¿no decían que el cambio climático lo que hace es derretir los hielos?
La segunda, un poco más reciente, es que en los mares que rodean a Cuba ya no había peces. Así que eso que venden por la calle los pescadores, portado en tentadoras ensartas, parecen… pero no, deben ser medusas disfrazadas de peces. Esto sucede porque en Cuba no hay ni mendigos, ni mucho menos pescado.
La tercera está acabada de salir del horno, digo de la ostra: las croquetas de plátano con caldo base de pescado en Imías. Espíritu iluminado de Nitza Villapol, escuchaste bien: croquetas de plátano con caldo base de pescado.
En el propio escenario de la ANPP, ¿dónde si no, diría la Massola?, la prodmin dijo haber regresado «motivadísima» de la oriental localidad donde se elabora la susodicha aberración. Se veía feliz de descubrir que, según dijo, «hay alternativas» al hambre nacional (lo del hambre no lo dijo, por supuesto). Sin embargo, estaba disgustada porque en algunos productores existe la «no comprensión de que había que direccionar los productos del comercio». Esto, traducido al cubano gubernamental, significa que venden sus productos directamente y no al Estado, lo cual es inaceptable para ellos.
No me entiendan mal, yo he comido -muchas veces- croquetas de caldo de pescado, ¡y me gustan! Usted hierve unas cuantas cabezas de pescado, y con ese caldo y la masa que se saca de las cabezas se hacen unas excelentes croquetas. Pero sé con qué se hizo ese caldo; del que habla esta señora, yo, mal pensado que soy, cuestiono mucho la materia prima. Pues no es difícil imaginar adónde va. En primer lugar la masa del pescado, y en segundo lugar, los subproductos.
Entonces, ¿qué queda para hacer este caldo base destinado a propósitos menos elevados? En el mejor de los casos el resultado final es, como dijo alguien en las redes: «croquetas de plátano con peste a pescado».
Sin haber estado allí puedo asegurar que la prodmin ni probó el producto-croqueta. No es comiendo «eso» que ella ha duplicado su volumen y su peso corporal desde que es ministra. Dicho sea de paso, no es una excepción, piensen en cada persona que ha accedido en los últimos años a una alta posición en Cuba. Recuerden cómo lucían antes y cómo lucen ahora.
Nadie se salva, ni siquiera esa que ya algunos reclaman como futura presidenta de la República. Aunque, no puede compararse con la de la organización de masas (de grasas, sería más exacto). Ojo, no tengo nada nada contra la gordura, soy fan de Oliver Hardi, del sargento García (el del Zorro), de Cacho (el gordito de «Los goonies»), de Demis Roussos y de Pavarotti. Sin embargo, tener esos carapachos y estar del bando de los que le piden al pueblo austeridad y sacrificios es indecente.
En fin, no creo que, a pesar de tan privilegiada promoción, la iniciativa se generalice, al menos en la cocina doméstica, por muchas y obvias razones. El plátano no es que esté muy abundante y barato que digamos. Para hacer un caldo base de pescado, primero hay que tener pescado. Sin harina de trigo, o pan viejo, no hay futuras croquetas.
Importante: se necesita grasa. Esto es porque las croquetas se fríen, aunque durante el mal llamado «período especial», en mi pueblo las vendían ¡horneadas!, mejor ni les cuento. Y, finalmente, para cocinar hay que tener combustible. No hay balitas para los fogones de gas, ni electricidad para las hornillas; para animarse a elaborar unas croquetas con carbón o leña hay que tener mucha «motivación» como la prodmin.
Pero no se desanime, si se le quedó la boca hecha agua con la receta, ya sabe dónde puede degustarla. Dese una vueltecita por Imías.