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Por René Fidel González García
Santiago de Cuba.- Hace mucho que el sistema sistema político cubano – sus instituciones y procesos de socialización política – no proclama la libertad, ni la postula y fomenta en valores, prácticas e imaginarios.
No estamos ante una incapacidad adquirida, ni siquiera ante un éxito de eficiencia política, aunque residual, es un resultado de coherencia.
Vivimos ahora en un momento de oscilación histórica en que, como civilización, retrocedemos hacia umbrales estructurales de injusticia social similares a los de la década de los cincuenta, al mismo tiempo que los ciudadanos tienen menos libertades y derechos políticos que los que permitía el régimen de Fulgencio Batista en 1953.
La decadencia en un bucle de subdesarrollo político es fundamentalmente una paradoja del pasado.
La primera cuestión es un ejercicio para constatar nuestra incertidumbre: no trata de a dónde vamos, sino de a dónde nos están regresando.
La segunda cuestión es, aunque universal, absolutamente íntima: ¿estás de acuerdo con ser excluido políticamente por otros?
En ese tránsito o en las respuestas que genere como contradicción, están quizás delineados las luchas de los ciudadanos excluidos, la necesidad de crear ya sus propias estructuras políticas, así como las estrategias para alcanzar el éxito.