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HÁGASE POR FIN TU VOLUNTAD, AQUÍ EN LA PLAZA

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Arturo Mesa

Atlanta.- Miles y miles de años atrás, el hombre miraba hacia el cielo y solo veía Dioses, mitos y fábulas; incapacitado como estaba de entender el funcionamiento del espacio, su único refugio era creer en un Hacedor Universal quien le brindaba la tranquilidad necesaria para convencerse de que su bienestar estaba garantizado en la Tierra, que para eso el Poderoso la había colocado al centro del universo.

Hoy, en las condiciones de oscuridad económica en las que estamos, me parece estar revisitando la historia universal y el llamado a “Creer”, a escuchar a nuestros doctores en ciencias de la economía pedirnos que confiemos en el moderno “Hacedor del Bienestar” que para ellos no es otra cosa que “Su Socialismo” concebido en los predios de la Plaza.

Como aún ninguno llega a un mínimo entendimiento de lo que hay detrás de una economía, de un plan de desarrollo, o de una estrategia de progreso, la mejor apuesta es por la confianza ciega como en los tiempos de la prehistoria, mientras ellos se refugian en sus templos, con sus aires, sus viajes y sus liturgias y los mortales de las colas y las velas, hemos de confiar.

Al menos esa es mi teoría una vez que leo y escucho los discursos de “la confianza” y luego leo la estupidez como ingrediente principal del plan concreto que tienen nuestros “astrónomos” para “conquistar” el enigmático espacio, en dónde se crean y se avistan los fríjoles.

Tuvieron que pasar miles de años para que el primer ser humano se convenciera de que la Tierra no era centro de nada. Y mi pregunta es: ¿Cuántos más tendrán que pasar para que los del “Poder” se enteren de que con fe ciega tampoco se llega a ninguna parte?

Resistencia, dice él, pero trabaja, gana, no hace cola, ni le falta la luz… (bueno, la luz sí, lo que no le falta es la electricidad).

Leo una entrevista de nuestro viceministro de Relaciones Exteriores Carlos Fernández de Cossio y me encuentro con frases que dan para cien años más de acatamiento apostólico:

“Cuba no necesita de relaciones bancarias con los Estados Unidos para que el sector privado prospere”. ¿Y quién proveerá el financiamiento, mi amor? El Ministerio de Economía? Luego dice el mismo camarada:

“Creo que los partidos son maquinarias para que el dinero y el capital rijan la política». Bueno, aquí la política no la dirige ni el dinero ni el capital, pero los pobres de la tierra tampoco inciden en ella, además, si ese fue tu entendimiento universitario de lo que es un partido, creo que le caías bien al profesor de Economía Política. En teoría, otro Partido garantizaría que ustedes no dijeran semejantes disparates ni nos sumieran en esta oscuridad económica a la que estamos sometidos. Y este es el segundo a cargo de la imagen de Cuba en el exterior, algo así como el Secretario de Estado de la Curia Romana.

Vuelven los apagones, vuelven las roturas de las termoeléctricas (o como dijera el cantante: Quién te dijo que fuiste…). Vuelve el transporte en crisis, la falta de alimentos, hasta de la canasta principal, hecho inédito dentro de los fenómenos sobrenaturales. Pero miremos hacia el Cielo que el Partido no os abandonará jamás y si lo peor sucediera, lo cual es poco probable, sería por un bien mayor y posterior de quien nos crease a su imagen y semejanza.

Datos de la deuda, ni soñarlos. De las inversiones en agricultura, tampoco. Datos del presupuesto que no sea el por ciento, del por ciento, del por ciento del 2019,  mucho menos. Pero arrepintámonos a tiempo, que los últimos serán los primeros pues La Plaza os recibirá orgullosa.

Para colmo, el más esperanzador de los planes del país, que es el turismo, «una vez que hemos llegado al punto en que hasta el café se importa gracias a la eficiencia del Partido de nuevo tipo», nos muestra hoy sus cifras y a mucho tirar –de no existir mentirillas piadosas entre los miembro de la Santa Fe—estaríamos viendo en Diciembre menos turistas que antes del inicio de la época Obama. Es decir, intenciones de construir un telescopio no las hay, por lo que en la concreta: “Sálvenos, Escuela del Partido de nuestros pecados y pensamientos impíos de que un mundo mejor es posible”.

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