Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Me piden el carné de identidad y el pase para un control de acceso rutinario. El hombre mira intensamente ambos documentos y a la vez me mira el rostro, comparando.
Su cara mostraba una incredulidad terrible. Debo reconocer que ambas fotos son anteriores a la pandemia y lo que vino a posteriori. El tipo no pudo más y me dijo: «Ciudadano, usted no es ninguno de estos dos ciudadanos de las fotos. Va a tener que acompañarme»
A esa hora no sabes qué decir. Lo miré fijamente a los ojos y tratando de ser respetuoso le digo: «Compañero, la culpa no es mía. Ellas, las fotos, son las que debían parecerse a mí, no al revés. Con la cantidad de problemas que he tenido y la cantidad de noches sin dormir desde entonces, ni con maquillaje de Hollywood lograría parecerme»
El hombre me puso una mano en el hombro y sorpresivamente, con lágrimas en los ojos enunció: «Discúlpame, compañero ciudadano. Te entiendo. Yo mismo, me parezco más a mi papá que a mí mismo. Puede continuar. Fuerza, hermano, fuerza».